“El nombre del único superviviente de los hermanitos que murieron en Gaza es Adam. Se quedó solo: sus nueve hermanitos perdieron la vida de forma trágica y violenta”. Esta es la denuncia que hace, con nombres y apellidos, el vicario de la Custodia de Tierra Santa, el franciscano egipcio Ibrahim Faltas en una reflexión publicada por los medios vaticanos. El religioso denuncia así los horrores de una guerra que ve a los más pequeños víctimas inocentes de una furia que no salva a nadie.
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Odio y violencia
El vicario relata un ataque aéreo a una escuela con “una niña intentando escapar entre las llamas”. “Niños sin culpa, a los que alguien considera enemigos a los que hay que eliminar”, relata. “Nueve niños inocentes fueron sacados sin vida”, añade sobre el ataque que ha dejado malherido a sus padres que trabajan en el Complejo Médico Nasser, al sur de Gaza. “En Gaza, la vida tiene el mismo valor que la vida de todos los seres humanos que habitan el mundo”, denuncia.
“La vida de los niños nacidos en Gaza no está contaminada por el odio, como no lo está la vida de cada criatura nacida en el resto del mundo. La violencia corroe el corazón de la humanidad como el ácido más poderoso. El odio sembrado durante demasiado tiempo ha echado raíces y debe ser erradicado cuanto antes y por cualquier medio”, lamenta. Y es que, señala: “Quienes creen que está bien matar a niños y bebés en Gaza porque los consideran enemigos no conocen el bien”. “Los niños, todos los niños, cuando se les quiere, cuando se les protege del odio, cuando se defienden sus derechos, se convierten en hombres y mujeres de paz”, añade.
Y es que, concluye, “en Gaza, la edad más bella y verdadera de la vida está mancillada por la inmoralidad de la violencia y lo absurdo del odio”. Por ello, reivindica, “las mujeres no se resignan al mal, buscan curar y proteger, saben gestionar los recursos y las relaciones, no dejan de dar amor verdadero, el que no muere de indiferencia ni de olvido”.