Desde el 3 de mayo la familia de Lyan José Hortúa vivió un calvario y la Iglesia fungió como mediadora
Fueron 18 días de incertidumbre para la familia de Lyan José Hortúa, de 11 años, secuestrado por disidentes de la guerrilla colombiana, en el municipio de Jamundí, a 25 km de Cali, capital del Valle del Cauca.
Este 21 de mayo, gracias a la intermediación de la Iglesia, el menor fue liberado por sus captores, pertenecientes al Frente Jaime Martínez de las disidencias de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia).
Luis Fernando Rodríguez, arzobispo de Cali, celebró esta noticia y ha implorado a los grupos armados cesen estas acciones así como los atentados que “solo dejan tristeza y destrucción”.
Desde el 3 de mayo – día del secuestro – la arquidiócesis de Cali ha venido acompañando a la familia y fungió como mediadora con los guerrilleros.
Diego Fernando Guzmán, director de pastoral social de la arquidiócesis de Cali, estuvo al frente de las negociaciones y junto con personeros de la ONU gestionó “la acción de orden humanitario para la liberación del niño”.
“Como Iglesia reiteramos el llamado a la paz y a la sana convivencia”, ha exigido el prelado en una región como Valle del Cauca golpeada por el conflicto armado, el narcotráfico y el crimen organizado.
Foto: Defensoría del Pueblo