Este 21 de mayo se cumple un mes después de la muerte de Francisco, y hoy la capilla de la Casa Santa Marta el cardenal Konrad Krajewski, limosnero apostólico, ha presidido una misa en su recuerdo.
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Tal como recoge Vatican News, junto a él han concelebrado el cardenal Arthur Roche, prefecto del Dicasterio para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, y el cardenal Grzegorz Ryś, arzobispo de Łódź (Polonia), en presencia del personal y los residentes de la Casa Santa Marta.
Durante su homilía, Krajewski compartió algunos recuerdos personales de quien fue su referente espiritual y pastor cercano. “En esta capilla pasaba mucho tiempo, resolvía aquí muchos problemas durante la adoración”, explicó. “Llevaba ante el Santísimo Sacramento las cuestiones por resolver. El Santísimo era para él como el sol, y al mirarlo, tomaba el color de Dios”.
El limosnero recordó también cómo Francisco afrontaba los dilemas del día a día, personales y eclesiales: “Usaba la lógica del Evangelio. Repetía: ‘Si no sabes qué hacer, busca en el Evangelio qué habría hecho Jesús en tu lugar, y lo sabrás’”.
Cómo se preparaba una homilía
Entre los gestos cotidianos del Papa, Krajewski quiso destacar también su forma de preparar las homilías en la capilla de Santa Marta. “Alrededor del mediodía, se retiraba a su estudio y comenzaba a leer el Evangelio del día siguiente. Luego, entre encuentros, subrayaba a bolígrafo una palabra que le tocaba, una frase, o escribía algo al margen. A veces leía también antes de dormir. Así, por la mañana, ya sabía lo que debía decir”.
El cardenal también se detuvo en la decisión de Francisco de ser enterrado en la basílica de Santa María la Mayor, acompañado por las flores que los “preferidos de Dios” depositaron sobre su tumba. Sobre ella, una sola palabra: Franciscus. “Sin papa Francisco, sin fecha del pontificado. No hay nada más”, explicó Krajewski. “¿Por qué? Ahí está toda una teología del sacerdote: debemos ser pobres, porque Jesús fue pobre”.
Una última confidencia
Como broche final, el limosnero recordó cómo antes de cada viaje solía llevar a un grupo de personas sin hogar a saludar al Papa. “Daba vueltas en furgoneta por la basílica y recogía a quienes acababan de despertarse. Les preguntaba si querían un café y los llevaba hasta él”.
“Echo de menos su sonrisa. Echo de menos sus bromas. Echo de menos sus instrucciones tan simples, que me acompañarán toda la vida”, ha reconocido el limosnero. “Echo de menos sus cartas, a veces difíciles, que enviaba a nuestra oficina con una nota que decía: ‘Tú sabes qué hacer’. Y cuando le preguntaba: ‘Santidad, ¿qué debo hacer?’, me respondía: ‘Resuelve todos tus problemas según el Evangelio’”.