Nada más conocerse que, desde el 8 de mayo, un hijo ilustre de la Orden de San Agustín como Robert Prevost es el papa León XIV, la Provincia de San Juan de Sahagún (que incluye a las comunidades de España y Portugal, además de contar con siete vicariatos y dos delegaciones en América Latina, Asia y África), expresó su “inmenso júbilo” en un comunicado.
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Además de constatar que “estuvo muchas veces en España”, visitando a numerosas comunidades de la Orden, se dio “gracias a Dios” por su elección y se pidió “al Señor” que “le llene de gracia, le conceda la luz y la fuerza del Espíritu y le inunde con un amor generoso abierto a todas las personas”. Días después, el 14 de mayo, la comunidad agustina también celebró, en la parroquia San Agustín, en Valladolid, “una eucaristía de acción de gracias” dedicada de un modo especial al nuevo pontífice.
Le conoció en 1980
En conversación con Vida Nueva, el agustino español Antonio Iturbe, de 88 años y quien vive retirado en Madrid, en una residencia de su comunidad junto a otros compañeros religiosos, rememora cuándo conoció al que ahora es el pontífice: “Sería en 1980, cuando él vino a estudiar a Roma y yo era maestro de los estudiantes agustinos en el Colegio Santa Mónica. Allí convivimos durante su período de formación. También recibía clases en el Angelicum, la Universidad de los dominicos, donde se llegó a doctorar en Derecho Canónico, antes de ordenarse sacerdote en 1982 y emprender luego la misión en Perú”.
De hecho, de ese día guarda una anécdota muy especial, que cuenta entre risas: “Recuerdo que entonces era muy fumador y tenía la idea de fumarme un purito cuando terminara la comida posterior a su misa de ordenación. Pero me resistí y me dije que, desde ese día, dejaba el hábito… Y lo conseguí. Así que asocio a León XIV con el día en el que logré abandonar el tabaco”.
Ya le asesoró
De esa época, cuanto trató durante dos cursos con el que era un veinteañero agustino proveniente de Estados Unidos, se queda con el perfil de “un buen estudiante que, por cierto, ya me demostró su correcto modo de actuar cuando me asesoró en un caso difícil, sobre un compañero al que hube de expulsar por un mal comportamiento. Era joven, pero me ayudó en una cuestión que era compleja”.
Con los años, y más cuando Prevost se convirtió en el prior general de los agustinos, entre 2001 y 2013, tuvieron varios contactos personales. Aunque hay uno que jamás olvidará: “Fue en agosto de 2011, cuando Benedicto XVI vino a Madrid para participar en la JMJ. El Papa aprovechó la visita para venir a la Basílica de El Escorial, de la que yo era prior. Fue un encuentro con miles de profesores universitarios y que se dio en un marco único, bajo la majestuosidad del templo. Recuerdo que le acompañaba Prevost y que fue él el que me lo presentó”. Sin saberlo entonces, estaba ante dos papas.
Con su propia impronta
Ahora, vestido de blanco alguien al que él formó hace más de cuatro décadas, Iturbe reconoce que “me ha sorprendido”. Pero también tiene claro que el cónclave ha acertado de pleno: “Es un hombre serio, afectivo, comunicativo y que va a clarificar muchas cosas, siempre en la línea de Francisco. Lo hará a su modo y con su propia impronta, pero nos conducirá a todos por un camino extraordinario y muy positivo”.
En España, uno de los hombres más cercanos a Prevost en España es el agustino Ángel Camino, sacerdote en la Archidiócesis de Madrid y responsable de la Vicaría VIII. Como ha relatado estos días a varios medios, justo antes de que, el 6 de mayo, se celebrara la misa Pro Eligendo Pontífice, con la que daba inicio oficial el cónclave, decidió mandarle un mensaje de texto a su amigo. Sorprendentemente, “12 minutos antes de que empezara la eucaristía, me respondió esto: ‘Muchas gracias, Ángel. Todo en las manos de Dios’”. Y así fue.