Alejandro Moral es algo más que el prior general que sucedió a Robert Prevost al frente de los 2.800 agustinos presentes en 47 países. Son hermanos y amigos. Prueba de ello es que el actual Papa ha viajado incluso a La Vid, pueblo natal de su compañero burgalés. Además, hasta ahora, ambos se apoyaban en lo cotidiano compartiendo pareceres sobre cómo afrontar desafíos concretos tanto de la congregación como del Dicasterio para los Obispos. En estos días, Moral ha visto a León XIV al menos en dos ocasiones. Concelebró con él en las grutas vaticanas y ejerció de anfitrión en la eucaristía y almuerzo que compartió con la comunidad de la Curia el 13 de mayo.
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PREGUNTA.- ¿Quién le debe obediencia a quién? ¿El prior de los agustinos al Papa o el Papa a su ‘jefe’ agustino?
RESPUESTA.- Por supuesto, el Papa siempre está por encima.
P.- Tres horas en su vuelta a casa ya de blanco, ¿cómo ha ido?
R.- Él solía venir aquí a comer regularmente y quería agradecer a la comunidad por ello. Vino a celebrar la Eucaristía y a comer con nosotros. Fue una visita familiar, de acción de gracias. Han sido momentos muy, muy familiares y muy agradables los que hemos pasado juntos. Porque él conoce a todo el mundo. De hecho, también vinieron otras personas a saludarlo: los empleados que trabajan con nosotros, los cocineros.
P.- ¿Les ha dejado algún encargo?
R.- Que debemos estar cerca unos de otros, viviendo, como pide san Agustín, la comunión.
Uno más en la familia
P.- ¿Cómo es el agustino Robert Prevost?
R.- Es una persona sencilla y agradable. Una persona que dialoga con todos, que se encuentra, que escucha, que sabe gobernar. Es un hombre sinodal, pero, sobre todo, una persona normal, uno más en la familia, que reza como todos, que recoge los platos como todos…
P.- Prior general durante doce años, ¿qué legado le dejó?
R.- Él siempre se empeñó en promover la unidad y la comunión entre nosotros, según nos piden las constituciones.