En funeral del Papa es la celebración del primero de los nueves días dedicados a la despedida de Francisco, con los llamados “Novendiales”. Este segundo día, en el 2º Domingo de Pascua o de la Divina Misericordia, la misa en sufragio se ha celebrado en la Plaza de San pedro y ha sido presidida por el cardenal Pietro Parolin, ex Secretario de Estado. Una celebración en la que rezan especialmente por el pontífice difuntos los empleados y fieles de la Ciudad del Vaticano; pero que en este caso también han participado numerosos adolescentes que han venido a Roma para el Jubileo dedicado a ellos.
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Dolor y alegría
En su homilía, tras la lectura del evangelio en el que el Resucitado se aparece a Tomás, destacó que los discípulos su “estado de ánimo está turbado y su corazón hundido en la tristeza” porque “vivieron cosas terribles y se sienten huérfanos, solos, perdidos, amenazados e indefensos”. Una imagen. Señaló, que “puede representar el estado de ánimo de todos nosotros, de la Iglesia y del mundo entero. El Pastor que el Señor donó a su pueblo, el papa Francisco, terminó su vida terrena y nos ha dejado. El dolor de su partida, el sentido de tristeza que nos embarga, la turbación que percibimos en el corazón, la sensación de pérdida, todo esto lo estamos viviendo, como los apóstoles acongojados por la muerte de Jesús”
Una situación, prosiguió, superada por “la luz de la resurrección”, la alegría del evangelio. “La alegría pascual, que nos sostiene en la hora de la prueba y de la tristeza, es algo que hoy se puede casi tocar en esta plaza”, señaló dirigiéndose a los adolescentes presentes. Ante desafíos como “el de la tecnología y de la inteligencia artificial que caracteriza en modo particular nuestra época”, instó el cardenal: “no olviden nunca alimentar su vida con la verdadera esperanza, que tiene el rostro de Jesucristo. Nada será demasiado grande o demasiado arduo con Él. Con Él no estarán nunca solos ni abandonados, ni siquiera en los momentos más duros”.
El Papa de la misericordia
Refiriéndose a la “fiesta de la Misericordia”, destacó que “la misericordia del Padre, más grande que nuestros límites y que nuestros cálculos, es aquello que ha caracterizado el Magisterio del papa Francisco y su intensa actividad apostólica, junto al deseo de anunciarla y compartirla con todos –el anuncio de la Buena noticia, la evangelización– que fue el programa de su pontificado”. “Él nos ha recordado que “misericordia” es el nombre mismo de Dios y, por lo tanto, nadie puede poner un límite a su amor misericordioso, con el que Él quiere volver a levantarnos y hacernos personas nuevas”. Y es que “la buena noticia del Evangelio es sobre todo el descubrirnos amados por un Dios que tiene entrañas de compasión y de ternura para cada uno de nosotros independientemente de nuestros méritos; nos recuerda, además, que nuestra vida está tejida por la misericordia”. “Esta es la gran enseñanza del papa Francisco”, sentenció.
Para Parolin, “el Papa Francisco fue testigo luminoso de una Iglesia que se inclina con ternura hacia quien está herido y sana con el bálsamo de la misericordia; y nos ha recordado que no puede haber paz sin que reconozcamos el valor del otro, sin la atención al que es más débil y, sobre todo, no puede haber nunca paz si no aprendemos a perdonarnos recíprocamente, usando entre nosotros la misma misericordia que Dios tiene para con nuestra vida”.