La visita del papa Francisco a México en 2016: misericordia y denuncia profética

México fue uno de los países que tuvo el privilegio de encontrarse con el Pontífice -fallecido este 21 de abril a los 88 años- y experimentar su cercanía, sencillez y su disposición a abrazar las heridas abiertas de los descartados

La visita del papa Francisco a México en 2016: misericordia y denuncia profética

El papa Francisco -fallecido este 21 de abril de 2025 a los 88 años- visitó México en el año 2016; los mexicanos tuvieron el privilegio de encontrarse con el Pontífice y experimentar su cercanía, sencillez y su disposición a abrazar las heridas abiertas de los descartados.



Su visita de seis días en febrero de 2016 llevó consuelo y esperanza a un país lastimado por múltiples flagelos, dejando en claro que la misericordia de Dios, la dignidad de la persona y la unidad son la clave para iluminar cualquier oscuridad. A continuación, un resumen de los lugares que visitó y los mensajes que tocaron el corazón de millones de mexicanos.

12 de febrero: Un Papa con sombrero

Fue en el avión que lo trasladó de Roma a México donde la prensa internacional tomó la primera fotografía del papa Francisco con sombrero de charro. La imagen dio la vuelta al mundo. Fue la corresponsal de Televisa en el Vaticano, Valentina Alazraki, quien le pidió al santo padre que se colocara el sombrero, no sin antes explicarle que era el obsequio de una familia que había querido regalárselo meses atrás en su viaje a Cuba, pero no había sido posible. La periodista prometió a la familia que, si algún día el Papa viajaba a México, ella se lo entregaría personalmente.

A las 19:30 horas el avión AZ330 de Alitalia arribó al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, donde el Papa fue recibido por el entonces presidente Enrique Peña Nieto y su esposa, así como por autoridades eclesiásticas. Tras un espectáculo de música y bailes regionales, el Pontífice rompió el protocolo para saludar a un niño con parálisis cerebral y a un mariachi, con quien conversó. Francisco no perdió la oportunidad de ‘robarle’ su sobrero por unos minutos para colocárselo en la cabeza.

13 de febrero: Peléense como hombres

Uno de los mensajes más fuertes pronunciados por el papa Francisco en México fue en el Palacio Nacional, donde se encontró con la clase política como parte de la agenda de su primer día de trabajo. Ahí, luego de ser reconocido por el presidente Enrique Peña Nieto como un gran reformador de la Iglesia, el Pontífice llamó a los gobernantes a abandonar el camino de los privilegios, pues, dijo, eso ha sido terreno fértil para la corrupción y muchos otros males que aquejan a México.

El tono severo de sus palabras continuó a unos metros del Palacio Nacional, cuando el pontífice se reunió con los obispos mexicanos en la Catedral Metropolitana, a quienes les recordó que la Iglesia no necesita ‘príncipes’, sino una comunidad de testigos del Señor. También los llamó a trabajar en unidad, con palabras que generaron una gran polémica en el episcopado: “si tienen que pelearse, peléense, si tienen que decirse cosas, se las digan, pero como hombres, en la cara y como hombres de Dios, que después van a rezar juntos, a discernir juntos y si se pasaron de la raya, a pedirse perdón, pero mantengan la unidad del cuerpo episcopal”.

Ese mismo día, por la tarde, el papa Francisco se trasladó al Tepeyac para orar ante la Virgen de Guadalupe, a quien pidió de manera especial por la paz en México, por los jóvenes, los ancianos y las familias. De esta manera, el Pontífice cumplió su sueño de encontrarse con la Emperatriz de América en la bóveda que resguarda la sagrada imagen. Unas 35 mil personas fueron testigos del histórico momento.

14 de febrero: Tierra con sabor guadalupano

La primera misa multitudinaria tuvo lugar el domingo 14 de febrero en el Centro de Estudios de Ecatepec, enclavado en el Estado de México, en un municipio caracterizado por la violencia y la marginación. Ahí, el Papa criticó nuevamente la corrupción, que -dijo- es “un pan con sabor a dolor, amargura y sufrimiento”, y exhortó a los mexicanos a ganarse el pan con el sudor de su frente. De manera improvisada y con los ojos anegados, el Papa pidió a la Virgen de Guadalupe: “¡Esta tierra tiene sabor guadalupano! Virgen Santa, ayúdanos a resplandecer en la fe, en la justicia y en el amor a los pobres“. También fue en Ecatepec donde se le escuchó por primera vez la frase “con el diablo no se dialoga porque nos va a ganar”, refiriéndose al dinero, la fama y el poder.

El Papa con indígena en Chiapas. Febrero 2016

El Papa con indígenas en Chiapas. Febrero 2016. Foto: EFE/L’ Osservatore Romano

Otro término acuñado en México fue el de la “cariño-terapia”, cuando el Pontífice visitó el Hospital Infantil ‘Federico Gómez’, donde convivió con niños enfermos, de quienes recibió cartas y dibujos. Una niña con cáncer entonó para el Papa el Ave María, con una voz privilegiada que conmovió al mundo.

Al dirigirse a los medios y enfermeras del hospital, el Pontífice les dijo: “¡Gracias!, que Dios los bendiga. Que bendiga a todos los que trabajan en esta casa suministrando a los niños sus medicamentos, pero también a través de la cariño-terapia, pues a veces una caricia ayuda mucho a sanar. Supliquémosle a nuestra Madre María de Guadalupe que nos regale a su Hijo Jesús; cerremos los ojos y pidámosle lo que nuestro corazón hoy quiera”.

15 de febrero: “Echarle ganas”

El papa dejó la Ciudad de México para dirigirse al estado de Chiapas, a fin de encontrarse con indígenas en el Centro Deportivo de San Cristóbal de las Casas. Ante miles de indígenas de diferentes etnias, condenó los abusos cometidos por “individuos mareados de poder y las leyes del mercado, que han conducido a la destrucción y la contaminación de sus tierras”, y a quienes llamó a pedir perdón por sus abusos. En esa diócesis, una de los más pobres del país, el Papa de las periferias visitó en la Catedral la tumba del obispo Samuel Ruiz y se encontró con un grupo de ancianos y enfermos, con quienes rezó por su salud.

Ese mismo día, por la tarde, viajó al estadio de futbol ‘Víctor Manuel Reyna’, para sostener un encuentro con familias, a quienes les dirigió uno de los discursos más emotivos de su viaje. Y es que, tras escuchar los testimonios de varias familias que viven realidades distintas, el Papa las llamó a ‘echarle ganas’ en sus distintas circunstancias, con hijos discapacitados, divorciados vueltos a casar o como madres solteras. Luego de poner como ejemplo a un matrimonio de ancianos, el Pontífice dijo: “Yo prefiero matrimonios con el rostro cansado y arrugado por la lucha diaria, a rostros maquillados que no han sabido de ternura y compasión”.

16 de febrero: “Jesús nunca les pediría ser sicarios”

El martes viajó a Michoacán, uno de los estados más afectados por el narcotráfico, para sostener un encuentro con sacerdotes, seminaristas y religiosos, quienes escucharon el Papa una exhortación a ser verdaderos “empleados de Dios”, es decir, unos simples subordinados. Ante unos 25 mil asistentes reunidos en el estadio Venustiano Carranza en Morelia, los llamó a no resignarse ante la violencia. Cabe mencionar que, durante la Misa con el clero, Francisco utilizó el báculo y cáliz de tata Vasco de Quiroga, primer obispo de Michoacán.

Más tarde, en su encuentro con Jóvenes en el estado Morelos, el Papa hizo un llamado a la juventud mexicana a no caer en las redes del narcotráfico, que sólo siembra destrucción y muerte, pues, dijo, Jesús nunca los invitaría a ser sicarios, sino a ser discípulos. “Él nunca los mandaría a la muerte, sino que todo en Él es una invitación a la vida”.

Fue justo después de aquel encuentro con los jóvenes cuando un chico se entusiasmó tanto al tenerlo cerca, que lo jaloneó al punto de provocarle una caída encima de una persona en silla de ruedas. “No seas egoísta, no seas egoísta”, le gritó molesto el Papa al joven, mientras se recuperaba. El momento se hizo viral.

17 de febrero: Cristo es la fragilidad

En el último día de actividades, el Papa visitó una cárcel de Ciudad Juárez, Chihuahua, donde llamó a los reclusos perdonar a la sociedad, “a esa sociedad que no supo ayudarlos y que tantas veces los empujó a cometer errores”. También les habló de la misericordia divina y la reinserción social como claves en su proceso de rehabilitación. El Santo Padre obsequió a los presos un crucifijo de cristal, en alusión a la fragilidad que se vive en las cárceles. “Cristo en la Cruz es la fragilidad más grande de la humanidad y, sin embargo, con esa fragilidad nos salva, nos ayuda, nos hace andar adelante, nos abre las puertas de la esperanza”.

Finalmente, en el Colegio de Bachilleres de dicha ciudad, el pontífice se encontró con empresarios, a quienes les recordó que Dios los llamará a cuentas si son esclavistas, y les pidió velar por el bien de todos, acabando con la cultura del descarte en el mundo laboral que sufren, dijo, sobre todos los jóvenes.

El último acto del Papa de las periferias, antes de partir de regreso a Roma, fue una Misa multitudinaria en el desierto de Ciudad Juárez, donde colocó una ofrenda floral al Río Bravo, para recordar a todos los migrantes fallecidos en su intento de alcanzar el sueño americano, cuyas almas encomendó al maternal amor de Santa María de Guadalupe.

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