En la liturgia del Miércoles de Ceniza, el Papa, a través de su escrito, ha invitado a reflexionar sobre el profundo significado de las cenizas, que según el Pontífice “son mucho más que un símbolo de penitencia, son un recordatorio de nuestra fragilidad y, al mismo tiempo, un impulso hacia la esperanza que solo se encuentra en la resurrección de Jesucristo”.
Las cenizas: memoria de lo que somos
Angelo De Donatis ha comenzado la homilía de Francisco recordando que las cenizas nos devuelven la memoria de lo que somos: “somos polvo”. El Papa destaca que somos criaturas limitadas, conscientes de nuestra debilidad y nuestra mortalidad. Al recibir las cenizas, inclinamos la cabeza en señal de humildad, reconociendo que nuestra vida es efímera.
Asimismo, como dice el texto, esta fragilidad no solo se refleja en lo personal, sino también en la sociedad. El Papa señala que vivimos en un mundo marcado por “polvos tóxicos” como la violencia, las ideologías excluyentes, la injusticia y la explotación. Estos “polvos en suspensión” contaminan el aire de la convivencia humana, sembrando incertidumbre y miedo sobre el futuro. “Las cenizas nos devuelven a la realidad de nuestra fragilidad. Nos invitan a ser humildes, a reconocer que no somos Dios y que todos estamos en el mismo camino hacia la eternidad”, ha dicho Donatis en palabras del Papa.
La esperanza: camino hacia la Pascua
Sin embargo, Francisco no se detiene solo en la fragilidad humana, sino que invita a mirar más allá de ella. “La Cuaresma, tiempo de penitencia y reflexión, no solo nos llama a recordar lo que somos, sino también a fortalecer la esperanza en lo que podemos llegar a ser”. La ceniza, aunque nos recuerda nuestra fragilidad, también nos dirige hacia la esperanza: “Es en la figura de Cristo donde encontramos la esperanza definitiva”. Este proceso de conversión, tal y como se refleja en su homilía se vive a través de las tres prácticas tradicionales de la Cuaresma: la limosna, la oración y el ayuno.
Finalmente, Angelo De Donatis ha concluido diciendo que el Papa nos recuerda que la certeza de la esperanza es lo que nos sostiene en nuestro caminar cuaresmal. “El Señor vino a las cenizas del mundo, y a través de su sacrificio, barrerá para siempre las cenizas de la muerte, trayéndonos a una vida nueva”. Así, al recibir las cenizas, no solo recordemos lo que somos, sino también lo que estamos llamados a ser: “hijos de la resurrección, llamados a vivir con esperanza y a ser signos de esa esperanza en un mundo necesitado de amor y justicia”.