Mientras la salud del papa Francisco muestra una leve mejoría, el Vaticano ha anunciado que las celebraciones del Miércoles de Ceniza serán dirigidas por el cardenal Angelo De Donatis. Como penitenciario mayor de la Santa Sede, el purpurado asumirá la presidencia de estas ceremonias en lugar del Pontífice, que aún debe continuar con su reposo.
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El próximo miércoles 5 de marzo, día del inicio de la Cuaresma, a las 16.30 horas, tendrá lugar la liturgia estacionaria en la iglesia de Sant’Anselmo all’Aventino (Roma), a la que seguirá la procesión penitencial hasta la basílica de Santa Sabina. Así lo ha anunciado la Oficina para las Celebraciones Litúrgicas Pontificias.
En la procesión participarán cardenales, arzobispos, obispos, los monjes benedictinos de San Anselmo, los padres dominicos de Santa Sabina y algunos fieles. Al final de la procesión, tendrá lugar en la Basílica de Santa Sabina santa misa con el rito de la bendición y la imposición de la ceniza.
Mensaje del Papa para la Cuaresma
El Papa Francisco, en su mensaje para la Cuaresma 2025 titulado “Caminemos juntos en la esperanza”, invita a los fieles a reflexionar sobre el significado de este tiempo litúrgico y a responder a tres llamados fundamentales a la conversión: como peregrinos, en la sinodalidad y en la esperanza.
El Pontífice inicia su mensaje recordando que la Cuaresma es un período de peregrinación interior y exterior, vinculado este año al Jubileo. Es una llamada a cada persona a preguntarse si realmente está en camino hacia la conversión o si, por el contrario, permanece estancada en la comodidad o el miedo. Anima a los creyentes a confrontarse con la realidad de quienes migran y buscan dignidad, para comprender más profundamente su propia travesía espiritual.
En un segundo llamado, el Papa resalta la importancia de la sinodalidad, es decir, el caminar juntos como Iglesia, exhortando a examinar si realmente se practica una vida en comunidad o si, por el contrario, prevalece una actitud autorreferencial. Por último, Francisco enfatiza la esperanza como un pilar esencial de la conversión. Destaca que la confianza en Dios y en su promesa de vida eterna es el horizonte del camino cuaresmal, que culmina en la victoria de la Pascua.