Tayikistán, el país con solo 150 católicos: de la clandestinidad a la reconstrucción

  • Los bautizados representan el 0,0005 por ciento de una población de 7,6 millones de habitantes
  • “Los tayikos son personas sencillas y sin fundamentalismos”, explica a ‘Vida Nueva’ el padre Pedro López

Missio iuris de la Iglesia Católica en Tayikistán (foto cedida por el padre Pedro López)

La Iglesia Católica en Tayikistán conforma una de las comunidades de fieles más pequeñas del mundo. Apenas cuenta con 150 creyentes y dos templos, uno en la capital, Dusambé, y otro en la ciudad de Bojtar, ya casi en la frontera con Afganistán. Los bautizados representan el 0,0005 por ciento de una población de 7,6 millones de habitantes.



Se creó entre los años 30 y 40 del siglo XX gracias a la creación de una comunidad de exiliados de la Unión Soviética de procedencia alemana (de hecho, llegó a denominarse ‘Iglesia alemana’ en dicho país), polaca, ucraniana y rusa. Con humor negro, “estos primeros católicos tayikos decían que Stalin había sido su primer misionero. Funcionaban en la clandestinidad, sobre todo, para honrar a los fallecidos”, explica a ‘Vida Nueva’ el padre Pedro López, decano de los religiosos de la zona, en la que lleva ejerciendo misión desde hace más de 20 años.

Missio iuris de la Iglesia Católica en Tayikistán (foto cedida por el padre Pedro López)

Missio iuris de la Iglesia Católica en Tayikistán (foto cedida por el padre Pedro López)

Tras la caída de la Unión Soviética, sufrieron su mayor revés. “La Santa Sede fue uno de los primeros países que reconoció a Tayikistán como país y los católicos salieron de la clandestinidad”, continúa el religioso. Sin embargo, eso no libró a los católicos de la persecución por parte de los islamistas durante la cruenta guerra civil que asoló ese territorio entre 1992 y 1997. La mayor parte de la comunidad tuvo que emigrar y sólo quedaron un puñado de fieles.

La reconstrucción de la Iglesia Católica tayika necesitó empezar casi de cero. El papa Juan Pablo II erigió el 29 de septiembre de 1997 la misión sui iuris (es decir, que no pertenece a ningún vicariato, ni prefectura apostólica) para el país, desgajándola de la administración apostólica de Kazajistán. El Instituto del Verbo Encarnado, intervenido actualmente por la Santa Sede a través de un delegado pontificio tras constatar abusos e irregularidades, se hizo cargo de ese trabajo en frontera eclesiástica. Comenzó a trabajar en casas particulares y centros asistenciales hasta constituir siete pequeñas comunidades.

Missio iuris de la Iglesia Católica en Tayikistán (foto cedida por el padre Pedro López)

Missio iuris de la Iglesia Católica en Tayikistán (foto cedida por el padre Pedro López)

Sencillez y honestidad

Al poco tiempo, abrió un comedor de beneficencia en Dusambé para niños sin hogar. “Poco después, las Misioneras de la Caridad se incorporaron, impartiendo clases de costura para mujeres” -incide López- para ampliar la educación de este colectivo. Así, fue engrosándose de nuevo la comunidad gracias a jóvenes de distintos orígenes afincados en Tayikistán que tenían distintas raíces cristianas.

El Gobierno tayiko favorece la libertad religiosa, si bien evita cualquier proselitismo o manifestación de la fe fuera del espacio de los templos. En estas circunstancias, el trabajo pastoral disfruta de la cercanía de una población amable para acoger el mensaje evangélico. “Los tayikos son personas sencillas, con valores, honestos, hospitalarios, abiertos y sin fundamentalismos. Son muy accesibles a nuestro trabajo”, asegura el sacerdote. En 2017, la comunidad celebró su vigésimo aniversario desde su renacimiento.

Missio iuris de la Iglesia Católica en Tayikistán (foto cedida por el padre Pedro López)

Missio iuris de la Iglesia Católica en Tayikistán (foto cedida por el padre Pedro López)

Allí, los religiosos y catequistas de las organizaciones mentadas, junto a religiosas del Instituto de los Siervos del Señor y de la Virgen de Matarà, una plataforma eclesial intervenida por la Santa Sede por sus irregularidades internas, trabajan especialmente con familias y jóvenes como elementos motrices del futuro de los católicos tayikos. Gracias a su ayuda, disponen de varios proyectos abiertos en el país. “Además del comedor para pobres y el taller de formación, Cáritas es aceptada como una ONG de ayuda humanitaria que está autorizada a dar servicio en hospitales y escuelas. Disponemos de un proyecto para garantizar el agua potable en poblaciones. También, damos servicio a familias con necesidades de alimentación y medicamentos, asistimos a los ancianos necesitados y a enfermos de tuberculosis”, concluye López.

En un rincón del mundo donde la fe católica ha sobrevivido al exilio, la clandestinidad y las guerras, la pequeña comunidad de Tayikistán sigue siendo testimonio de resiliencia y servicio. Una pequeña comunidad marcada por el sacrificio, los católicos tayikos han transformado las dificultades en oportunidades para ayudar a los más vulnerables. Gracias al trabajo incansable de religiosos y laicos comprometidos, la fe no sólo persiste, sino que se encarna en proyectos concretos de solidaridad, educación y salud. En un país donde la diversidad convive con la sencillez, esta comunidad es un recordatorio de que incluso las semillas más pequeñas pueden florecer con esperanza y dedicación.

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