El papa Francisco ha inaugurado esta mañana en el Vaticano la llamada Cumbre Internacional sobre los Derechos de los Niños, una iniciativa promovida por la Santa Sede que ha logrado reunir en esta particular cumbre a personalidades de la talla de la reina Rania de Jordania, el gran imán de la Universidad Al-Azhar de El Cairo, Ahmad al-Tayyeb, el presidente de Sant’Egidio, Marco Impagliazzo, y el fundador de ‘Mary’s Meals’, Magnus MacFarlane-Barrow.
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Durante su alocución, el Pontífice ha expuesto “la infancia misma, al igual que la vejez, es una ‘periferia’ de la existencia en una cultura dominada por la eficiencia y la productividad”. A la par enfatizó que “es inaceptable que los niños que mueran bajo las bombas, sacrificados a los ídolos del poder, de la ideología, de los intereses nacionalistas”.
Pobreza, violencia e injusticia
Jorge Mario Bergoglio realizó estas aseveraciones en el Palacio Apostólico del Vaticano, sede del encuentro, que responde al lema Amémoslos y protejámoslos, organizada por el Comité Pontificio para la Jornada Mundo Infantil. En su discurso, Francisco hizo un llamamiento urgente a la comunidad internacional para salvaguardar los derechos y la dignidad de los más pequeños, cuyas vidas continúan siendo marcadas por la pobreza, la violencia y la injusticia.
Durante su intervención, el obispo de Roma enfatizó la preocupante situación que enfrentan millones de niños en todo el mundo, afectados por la guerra, la explotación laboral, la falta de acceso a la educación y la migración forzada. Señaló que incluso en países desarrollados, donde no hay conflictos armados ni crisis humanitarias extremas, los niños siguen siendo víctimas de problemas sociales. “Los servicios de salud tienen que ocuparse de niños que ya están experimentando muchas dificultades, de jóvenes ansiosos o deprimidos, con adolescentes que toman el camino de la agresión o la autolesión“, incidió.
El papa también abordó el drama de los niños desplazados por conflictos, recordando que más de cuarenta millones de menores han tenido que abandonar sus hogares debido a la violencia. Asimismo, alertó sobre la crisis de la esclavitud infantil, que afecta a aproximadamente ciento sesenta millones de niños en el mundo, víctimas de trabajo forzado, trata de personas y matrimonios infantiles.
“Invisibles”
En su mensaje, el papa expresó su preocupación por la situación de los menores migrantes, muchos de ellos viajando solos en condiciones extremadamente peligrosas. Destacó el fenómeno de los niños “invisibles” que “viven en el limbo porque no fueron registrados al nacer. Se estima que aproximadamente ciento cincuenta millones de niños no tienen existencia legal. Este es un obstáculo para acceder a la educación o a la atención sanitaria, pero sobre todo para ellos no existe protección de la ley y pueden ser fácilmente maltratados o vendidos como esclavos”, añadió.
Francisco condenó enérgicamente la violencia contra los niños en zonas de guerra, así como en las sociedades donde las bandas criminales y el crimen organizado los convierten en víctimas. “Nada vale más que la vida de un niño”, exclamó, denunciando la “cultura del descarte” en la que la infancia es sacrificada por intereses económicos y políticos.
Para concluir, el pontífice hizo un llamado a la acción y a la esperanza, instando a los líderes del mundo a “poner a los niños en el centro”, protegiendo sus derechos, escuchando sus voces y asegurándoles un futuro digno. “Escuchémoslos”, dijo, “porque con sus miradas y sus silencios nos hablan”.
La Cumbre Internacional sobre los Derechos del Niño continuará en los próximos días, con la participación de líderes religiosos, organizaciones humanitarias y expertos en derechos infantiles de todo el mundo. Se espera que este encuentro impulse nuevas iniciativas para garantizar el bienestar y la protección de la infancia en todos los rincones del planeta.