Francisco, con los refugiados de Sudán del Sur: “No podemos esperar más. No hay futuro en los campos para desplazados”

“Estoy con ustedes, sufro por ustedes y con ustedes”. Francisco lo podría expresar más alto, pero no más claro. No hubo ningún tipo de anestesia en la reflexión que compartió en uno de los clímax de su presencia en Sudán del Sur, la segunda etapa de su gira africana. El Papa se reunió con los desplazados internos del país, víctimas de una guerra que se ha cobrado más de 400.000 vidas, y que ha provocado la existencia de más de dos millones de refugiados.



“Renuevo, por tanto, con todas las fuerzas, el más apremiante llamamiento a que cese todo conflicto, a retomar seriamente el proceso de paz para que finalicen las agresiones y la gente pueda volver a vivir de manera digna”, exigió el Obispo de Roma, que fue más allá: “No podemos esperar más. Un gran número de niños nacidos en estos años sólo ha conocido la realidad de los campos para desplazados, olvidando el ambiente del hogar, perdiendo el vínculo con la propia tierra de origen, con las raíces, con las tradiciones”. En este clamor le acompañaron el arzobispo de Canterbury, Justin Welby, y el moderador de la Iglesia de Escocia, Iain Greenshields, con los que compartió este encuentro ecuménico.

Tragedia humanitaria a la vista

Francisco denunció que “no puede haber futuro en los campos para desplazados”, reclamando una educación y una infancia digna apara los niños. A la par, recordó que el país atraviesa una “inseguridad alimentaria y malnutrición que afectan a dos tercios de la población”, advirtiendo de que las previsiones hablan “de una tragedia humanitaria que puede empeorar aún más en el transcurso del año”.

“Lamentablemente en este país martirizado ser desplazado o refugiado se ha convertido en una experiencia normal y colectiva”, apuntó Jorge Mario Bergoglio. “Es precisamente a causa de las devastaciones que produce la violencia humana, además de las que producen las inundaciones, que millones de hermanas y hermanos nuestros, como ustedes, entre los cuales muchísimas madres con sus hijos, tuvieron que dejar sus tierras y abandonar sus aldeas, sus casas”, lamentó el pontífice.

En primera persona

Juntos, escucharon en primera persona, el sufrimiento de quienes malviven en los diferentes campos de refugiados repartidos por el país. Entre ellos, una cooperante, que compartió los riesgos mortales que asumen los trabajadores que colaboran con los últimos. “Si hubiera habido paz, me habría quedado en mi casa y habría disfrutado de mi infancia”, explicó por su parte Joseph, de 16 años, que desde los 8 vive en un campo de refugiados. El joven, se preguntó: “¿Por qué estamos sufriendo en un campo para desplazados?”.

Por su parte, Johnson, de 14 años, reclamó “paz para que podamos volver a nuestros hogares, no hay sitio para jugar al fútbol y muchos de los niños ni tan siquiera pueden ir a la escuela”. Con más emotividad si cabe, Nyakuor Rebecca, le agradeció al Papa haber viajado a pesar de su dolor de rodilla y le pidió una bendición especial para que los niños puedan vivir en paz: “Gracias por ser un mensajero de Dios”.

Fraternidad reconciliada

Dentro de la hoja de ruta que Francisco plantea para las autoridades sudsudanesas, planteó como necesario “crecer como sociedad abierta, mezclándose, formando un único pueblo atravesando los desafíos de la integración, también aprendiendo las lenguas habladas en todo el país y no sólo en la propia etnia”. Esta llamada a la “fraternidad reconciliada” la acompañó de la exigencia de “evitar la marginalización de grupos y la segregación de seres humanos”.

En su discurso, Francisco se detuvo en el papel de las mujeres en este proceso de reconciliación como “la clave para transformar el país”. “Si reciben las oportunidades adecuadas, por medio de su laboriosidad y su actitud de proteger la vida, tendrán la capacidad de cambiar el rostro de Sudán del Sur y de proporcionarle un desarrollo sereno y cohesionado”. defendió Francisco, Por eso, reclamó que “la mujer sea protegida, respetada, valorada y honrada”. “Por favor, protejan, respeten, valoren y honren a cada mujer, niña, adolescente, joven, adulta, madre, abuela. Si no, no habrá futuro”, insistió justo después.

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