“Por lo que sé, lo que pasó en Manresa fue la gota que colmó el vaso, porque como hay un informe del hospital, una denuncia, y se hicieron eco varios medios, no pudieron escapar del escándalo”. Así comienza el testimonio de Adriana di Geronimo, quien, en apenas 24 horas, realizó un viaje relámpago hace unas semanas de California a Cataluña para “rescatar” a su hermana, literalmente encerrada en una comunidad vinculada al Verbo Encarnado. “Me enteré de que mi hermana estaba allí porque me envió su ubicación”, explica a ‘Vida Nueva’.
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“Estos grupos se aprovechan de personas vulnerables y, por mala suerte para ellos, esta vez se metieron con la persona equivocada”, relata. Ya en 2020, su hermana había vivido una situación parecida: “El líder de una secta llegó a encerrarla en un cuarto y a quitarle la documentación y el dinero, y ella me llamó para que la ayudara, por lo que pensé que le había pasado algo similar”. Por ello, se puso en contacto inmediatamente con un amigo de su hermana que estaba en la localidad catalana y encontró la iglesia de la Merced, donde se encontraba el grupo de la plataforma eclesial. “Este amigo de mi hermana ya había hablado conmigo anteriormente para expresarme su preocupación, ya que había sido testigo del enorme cambio que había dado en apenas unos meses. Me dijo que creía que era mejor que fuera a España”. Y así lo hizo.
Adriana sabe ahora que a su hermana “la captaron unas señoras en una iglesia en Terrassa”: “La vieron vulnerable y empezaron a decirle que tenía que discernir, que tenía que estar con ellos”. Lejos de ofrecerle un proceso vocacional sosegado, “en menos de tres semanas la animaron a dejar el trabajo, cerró sus cuentas bancarias, vendió el coche… Y no sé qué hizo con su ropa. No sé qué ha pasado con sus cosas…”. “Es superpeligroso porque, sabiendo que ella es vulnerable, se lo quitan todo”, lamenta Adriana. Y sentencia: “Es una secta”.
Obstáculos para verla
Adriana recuerda, aún con indignación, cómo llegó a Manresa. “Llegué a las seis y media y no me dejaban ver a mi hermana. Les dije incluso que había una emergencia familiar y que tenía que hablar con ella, pero ni así lo logré. Ya sabían que era una amenaza. Una de las cosas que hacen es convencer a las personas de que están solas, que ellos son su familia y que no tienen nada más en el mundo. Y, claro, una persona vulnerable les cree”.