La comunidad del Colegio Sacerdotal Argentino en Roma visitó al papa Francisco, quien a pesar de su caída no suspendió ninguna de sus audiencias. “Ser pastor como bien saben nos coloca a veces delante y a veces detrás, según los designios de Quien es Señor de nuestras vidas”, les dijo a los sacerdotes, y reconoció que al no poder acompañarlos en la Misa y en la cena, se queda “con las ganas del asado”.
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Ardua batalla del Evangelio
Asimismo, expresó que para no dejar de lado los olores de la tierra argentina quería comentarles algo que leyó sobre el santo cura Brochero, muy apropiado para quienes como ellos se siguen preparando para enfrentar la ardua batalla del Evangelio. Se refirió, entonces, a un punto esencial e ilustrativo de su alma sacerdotal: “Brochero no debía ser sino sacerdote”, una afirmación hecha por sus amigos.
Pidió asumir con firmeza la identidad sacerdotal. La vocación no es un apéndice, un medio para llegar a otros fines, incluso piadosos como salvarse. “Absolutamente, no. La vocación es el proyecto de Dios en nuestra vida, lo que Dios ve en nosotros, lo que mueve su mirada de amor… es el amor que Él nos tiene y en este radica nuestra verdadera esencia”.
Comentó quel el cura santo explica qué significa abrazar la carrera eclesiástica. Aunque es una expresión que a él no le gusta, para Brochero es “trabajar en el bien de los prójimos hasta el último [momento] de la vida”, la total donación de sí mismos, la entrega a Dios en el hermano, gastándose y desgastándose por el Evangelio, al estilo de san Pablo (cf. 2 Tm 4,7). En palabras del cura cordobés ““batallar con los enemigos del alma, como los pumas que pelean echados cuando parados no pueden hacer la defensa”. Francisco, resaltó entonces, “cuidar la vida interior, mantener encendido el fuego, con mucha humildad, “echados”, pues “parados” en nuestra soberbia somos más vulnerables”.
Fraternidad sacerdotal
Otra punto que el Papa quiso referir otra prioridad de San José Gabriel Brochero: el de la fraternidad sacerdotal, que se entiende tanto con el Obispo a quien considera un soldado, combatiendo junto, codo con codo, hasta el último cartucho. como con los hermanos sacerdotes con quienes compartir cuanto tienen, corregirlos con confianza, con franqueza. Además, les pide llevar una vida de piedad profunda, con una confesión frecuente, para compartir así toda la vida, tanto material como espiritual y apostólica.
Finalmente, “como no podría ser de otra manera”, la Eucaristía. Por más ardua que sea la tarea no dejarla nunca, “llegando a pasar gran parte de la noche al raso, en medio de los maizales, esperando a que se despierten en el rancho —ya que no consideró oportuno molestar de madrugada—, para poder entrar a celebrar. Ese sacrificado respeto por el misterio que, lejos de imposiciones, calaba más que mil palabras de empalagosa elocuencia”
Para concluir, el papa Francisco pidió a los curas del Colegio Sacerdotal Argentino que recen por él ante el Señor en el altar.