Los obispos de Michoacán lanzan ‘cruzada’ por la paz en el estado

El estado mexicano es considerado el cuarto más violento del país, por debajo de Guanajuato, Baja California y Estado de México

Provincia Eclesiástica de Morelia

Esta semana se reunieron los obispos, sacerdotes y feligreses de la Provincia Eclesiástica de Morelia (México), conformada por las diócesis de Apatzingán, Lázaro Cárdenas, Tacámbaro, Zamora y Morelia, con la mirada puesta en la paz social.



Y es que, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública 2023, es considerado el cuarto estado más violento del país, solo por debajo de Guanajuato, Baja California y el Estado de México.

Tan solo en un año, en Michoacán ocurrieron 2,423 muertes violentas, que representan el 7.8% de los 30,968 homicidios de todo el país.

Unidos por la paz

En este contexto, los obispos de la provincia eclesiástica se reunieron en la Plaza de la Paz en la ciudad de Morelia, donde elevaron “una plegaria confiada al Cielo” por la paz, tanto en el estado de Michoacán, como en todo el país.

Afirmaron: “la paz es una persona: es Jesucristo mismo, que viene a colmar nuestros corazones. Pedimos por nuestro estado de Michoacán y por nuestro país, para que entre nosotros respire armonía y reconciliación. Así nos lo conceda el Señor”.

En rueda de prensa, algunos de los obispos de la Provincia Eclesiástica de Morelia afirmaron que la construcción de la paz es una tarea multidimensional que involucra a toda la sociedad, y refirieron que los territorios diocesanos cuentan con centros de escucha para las víctimas de la violencia.

La violencia amenaza la vida contemporánea

En ese contexto, durante una las misas por la paz, el arzobispo de Morelia, Carlos Garfias Merlos, apuntó que el anhelo que más ha cultivado a lo largo de su ministerio es el de la paz; de hecho, compartió que su lema episcopal es: “Cristo es nuestra paz”.

Al recordar a las personas que han sido víctimas de la violencia, apuntó que múltiples formas de violencia “amenazan nuestra vida contemporánea no solo a través de las armas sino a través de las diferentes plataformas digitales y medios de comunicación masiva, los cuales tienen como fundamento la indiferencia y la cultura del descarte”.

Ante ello -dijo- “nuestra Iglesia, como una madre llena de sabiduría, ha insistido en la importancia de la promoción de la paz”.

Manifestó que como Iglesia continuarán “en el noble esfuerzo de construir un mundo mejor desde una relación más asertiva entre nosotros mismos. Esto inicia desde la cotidianidad: seamos amables, saludemos al portero, a la persona que nos atiende, al policía… incluso a quien no nos cae bien…. Que el Espíritu Santo nos ayude a ser constructores y artesanos de la paz. Así sea”.

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