Josué Suaste: “Solo bautizo personas”

vicario parroquial de Guadalupe, es uno de los ‘capellanes’ de los cristianos LGTBI+H de Madrid

Las personas transexuales y homosexuales pueden ser padrinos de bautismo y testigos en las bodas, del mismo modo que pueden ser bautizados los adultos trans y los niños nacidos por gestación subrogada. Así lo ha comunicado el Dicasterio para la Doctrina de la Fe. ¿No se hacía hasta ahora? El P. Josué Suaste, misionero del Espíritu Santo mexicano y vicario parroquial de Guadalupe en Madrid, sí. Y no porque se considere “un cura especial que bautiza a niños en sacristías de forma escondida”. No, de hecho, los bautizos en su parroquia son comunitarios. Por eso, tiene claro que “no se le puede pedir a una persona homosexual o a una pareja del mismo sexo ni menos ni más que a otro cristiano”.



Suaste es hoy uno de los curas aliados de Crismhom, la comunidad cristiana LGTBI+H de Madrid. Y su vinculación con ellos y con el colectivo se ha dado casi por casualidad, por su trabajo pastoral. Llegó a Madrid hace cinco años, donde ha heredado el contacto con ellos del anterior sacerdote, por lo que ha facilitado retiros a la comunidad y acompañamientos personales. “Somos una parroquia inclusiva, abierta a las realidades de cruz, que entronca con nuestra espiritualidad: ser consuelo y corazón ahí donde haya una situación de dolor. Tenemos muy clara nuestra identidad misionera, ya sea con divorciados, migrantes u otros colectivos”, explica.

Pero antes, en México, por su vinculación a la pastoral juvenil, ya se sentía cercano a estas personas. “El acercamiento a situaciones de exclusión es parte del carisma, que bebe del consuelo, la escucha y el acompañamiento. Nuestra fundadora, la beata Concepción Cabrera de Armida, decía que el sacerdote tenía una función maternal, que embona con la idea de Francisco de que la Iglesia está llamada a ser una madre de corazón abierto”, detalla. “El tema gay, dentro del mundo juvenil, es uno de los grandes asuntos que nos separan de los jóvenes en su acercamiento a la Iglesia”, detalla. En su labor pastoral en barrios populares en México fue testigo de cómo “el colectivo está muy presente, pues había chicos que servían siendo líderes, pero luego te los encontrabas rotos, muy heridos por la propia Iglesia. Me ha provocado mucho dolor ver a estos jóvenes que sienten que no pueden conciliar fe y vida”.

En esta realidad se topó con una chica lesbiana que lo cambió todo. Le tocó acompañarla en su proceso de apostasía. “Fueron dos años buscando maneras de ayudarle, pero llegó un punto en el que me dijo: ‘Padre, valoro mucho su esfuerzo, pero soy coherente: creo en Dios pero por coherencia a mi vida, apostato’. Esto me rompió, porque no sabía cómo dar razón de una Iglesia que, sin mentir, sin dejar de ofrecer la llamada a la santidad, a la conversión constante que todos tenemos que hacer, sea un espacio que acerque a estos mundos juveniles con lo más importante, que es la experiencia de Jesús”, recalca.

“No hago favores”

En conversación con Vida Nueva en la parroquia, Suaste recuerda el bautizo de un bebé cuyos padres habían acudido a la maternidad subrogada. “Lo primero que yo les dije fue que no iba a hacerles ningún favor. En mi parroquia tienen que vivir el mismo proceso que cualquiera para llegar al bautizo comunitario. Deben tener la formación con los laicos y hacer los trámites. La diócesis maneja esto, no es tan extraño como parece. Esto está hecho en diálogo con el vicario, porque a nadie se le niega el bautizo, recordemos que es un regalo. El bautizo es lo que nos genera identidad de pueblo de Dios. Y si los padres son conscientes de ello, adelante”, afirma.

En este sentido, el misionero del Espíritu Santo sostiene que “el llamado a la conversión es para todos, todos tenemos que convertirnos, todos tenemos aspectos desordenados en nuestra vida. Por eso, poner el énfasis en una dimensión particular del ser humano es un anuncio parcial del kerigma”.

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