Inaugura la Universidad Pontificia de México memorial con motivo de sus 40 años de reapertura

El rector explicó que con esta obra se busca honrar a quienes hicieron posible la reapertura y han mantenido de pie la institución

La Universidad Pontificia de México (UPM) está cumpliendo 40 años de su reapertura, y para celebrarlo realizó esta semana el Coloquio Interfacultades “Universidad, Humanismo y Sociedad”, que tuvo como cereza del pastel la inauguración de un memorial en sus instalaciones.



En su discurso, el rector de la UPM, el padre Alberto Anguiano García, explicó que dicho memorial tenía en un principio la finalidad de recordar a las víctimas de la pandemia, pero posteriormente se pensó en honrar a todas las personas, vivas o difuntas, que además de haber hecho posible la reapertura de la universidad, durante cuatro décadas han hecho posible que ésta se mantenga de pie pese a tantas dificultades, como la misma emergencia sanitaria a causa del Covid-19.

Escultura de bronce

Explicó que se trata de una escultura labrada en bronce, obra del escultor Salvador Torres González, quien también es el creador del escudo universitario.

En su interpretación de la obra, el rector Anguiano García aseguró que el diseño abstracto hace referencia a la consistencia irrepresentable de Dios mismo y del valor religioso de la fe, así como la abstracción que se alcanza por el ejercicio de la razón exigido por las ciencias que se cultivan en dicha casa de estudios.

También detalló que los motivos principales simulan dos llamas de fuego que representan el sacrificio bíblico del holocausto, como la ofrenda más perfecta, mientras que el disco central, entre las dos llamas, alude al sacrificio cristiano de la Eucaristía. La base piramidal, por su parte, simboliza las ancestrales raíces de las culturas de México y Latinoamérica. “De esta pirámide emana también una fuente de agua que representa el banquete de la sabiduría”, explicó.

Por su parte, el escultor Salvador Torres recordó que las grandes obras de arte siempre están encaminadas al pensamiento de Dios, pues “si Dios no es el centro de todo, no vale la pena nada”, dijo.

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