La oración con la que el Papa busca silenciar las bombas en Ucrania: “Perdónanos la guerra, Señor”

Escrita por el arzobispo de Nápoles, Mimmo Bataglia, el Pontífice la leyó ayer en la audiencia general y la ha compartido en Twitter

Guerra en Ucrania

Desde que hace tres semanas se iniciara la invasión de Ucrania por Rusia, el papa Francisco no ha cesado de clamar con todas sus fuerzas contra la guerra. Han sido muchos los mensajes, de distinto tipo, con los que ha buscado tocar los corazones de quienes empuñan las armas y dejan a su paso un rastro de muerte y destrucción. Pero, con diferencia, el más poético fue el que leyó ayer en la audiencia general. Una oración escrita por el arzobispo de Nápoles, Mimmo Bataglia, y que además el Pontífice ha compartido en su perfil de Twitter.



Escrita a modo de poesía, la plegaria se inicia así: “Perdónanos la guerra, Señor ./ Señor Jesús, Hijo de Dios, ten piedad de nosotros, pecadores. / Señor Jesús, nacido bajo las bombas de Kiev, ten piedad de nosotros. / Señor Jesús, muerto en los brazos de su madre en un búnker en Kharkiv, ten piedad de nosotros. / Señor Jesús, enviado al frente con veinte años, ten piedad. / Señor Jesús, que todavía ves manos armadas a la sombra de tu cruz, ten piedad de nosotros”.

Desgarro del alma

Tras este desgarro del alma, que abraza la cruda realidad que hoy se vive en Ucrania, la oración continúa reclamando el perdón de Dios: “Perdónanos, Señor, si, no contentos con los clavos con los que atravesamos tus manos, seguimos bebiendo la sangre de los muertos desgarrados por las armas. / Perdónanos si estas manos que creaste para custodiar se han convertido en instrumentos de muerte. / Perdónanos, Señor, si seguimos matando a nuestro hermano. / Perdónanos si seguimos, como Caín, tomando piedras de nuestro campo para matar a Abel. / Perdónanos si seguimos justificando con nuestro cansancio la crueldad, si con nuestro dolor legitimamos la brutalidad de nuestros gestos”.

Un rezo roto que se culmina con la llamada más emocionante a la paz: “Perdónanos la guerra, Señor. / Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ¡te imploramos! ¡Detén la mano de Caín! / Ilumina nuestra conciencia. / ¡Que no se haga nuestra voluntad, no nos abandones a nuestras acciones! / ¡Detennos, Señor, detennos! / Y, cuando hayas detenido la mano de Caín, cuida también de él. Es nuestro hermano. / ¡Oh, Señor, pon freno a la violencia! / ¡Detennos, Señor! / Amén”.

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