Carlos San Juan: la parábola del jubilado que humanizó los bancos

Creador del lema ‘Soy mayor, no idiota’

“Cuando llegué al Ministerio de Economía, desde lejos, como los espacios en Madrid son muy grandes, a mí me pareció que aquello era o una manifestación o una concentración de gente que reivindicaba algo. Resulta que eran los medios de comunicación, muchísimos, y la ministra se comprometió”. Habla Carlos San Juan, un urólogo jubilado que hace unas semanas, tras volver del banco donde guarda sus ahorros desde hace 51 años, decidió registrar una campaña en la conocida plataforma reivindicativa Change.org.



La titulaba así: “Tengo 78 años y me siento apartado por los bancos. Atención humana en sucursales bancarias”. Fue la reivindicación por la que aquella mañana le invitaron a cambiarse de entidad tras quejarse porque desde hace unos meses se ha instado a los mayores a que utilicen los cajeros automáticos, negándoles la atención personalizada de las ventanillas. La otra posibilidad era, cuenta, que fuera acompañado con un familiar que le enseñara la app (¡la app a un octogenario!). “Emocionalmente somos más débiles que antes. Yo me quedé callado, me vine con mucha amargura a casa sin realizar ninguna operación bancaria”, recuerda.

En un primer momento, aquella petición recogió 102 firmas. El pasado martes, 8 de febrero, tras esquivar aquella nube de periodistas que lo esperaba, entregó en el Ministerio más de 600.000. “Me recibieron tanto el secretario como el subsecretario del Tesoro. El gobernador del Banco de España no estaba pero tuvo la deferencia de llamarme por teléfono, y mi encuentro con la ministra –Nadia Calviño, vicepresidenta económica–, que para mí fue una cosa muy emotiva y que agradezco mucho”, narra sobre la reunión fortuita a las puertas del ministerio que abrió los telediarios. “Ella podía haberme recibido simplemente en su despacho y yo podría haber contado las impresiones subjetivas mías, pero ella se manifestó delante de un montón de periodistas”, apunta agradecido.

En conversación con Vida Nueva, Carlos no se muestra con orgullo, “sino con satisfacción”. Son días que han alterado la vida de un hombre con párkinson, marido y padre, que camina con la ayuda de un bastón, pero sin dependencia alguna, y que anota en una libreta los medios de comunicación que atiende. ¿Cansado? ¿Agobiado? “Harto no, lo que me preocupa es que a veces se me solapan las entrevistas y eso es lo que me estresa. Las escaletas de televisión se alargan y yo soy una persona muy mayor. Yo quiero atender a todo el mundo porque gracias a ustedes este tema se ha extendido mucho”.

De Argentina a Portugal

La reivindicación se consolidó en un lema –Soy mayor, no idiota–, que ha dado la vuelta al mundo. Literalmente: esta semana una radio de Buenos Aires lo entrevistó y lo distribuyó a más de 20 países de habla hispana. También televisiones alemanas y portuguesas. Para la prensa española ha sido un personaje recurrente, un yayo que ha librado una escaramuza diaria contra el institucionalizado Vuelva usted mañana de Mariano José de Larra que cita. Un Alatriste –devora las novelas de Arturo Pérez Reverte– que sin necesidad de cobrar cuatro maravedíes, planta cara a los más poderosos, a las figuras del Monopoly cuyas cuentas arrojan más ceros cerrando oficinas bancarias y potenciando aplicaciones para smartphones.

“Esto es peor que el Vuelva usted mañana. Ha sido más duro que la frase de Larra porque con el antiguo funcionariado, si volvía usted con un papel al día siguiente, lo podía solucionar. Aquí había que volver con una cita previa que era imposible de conseguir. Telefónicamente no podía ser, sino a través de un gestor virtual que no contestaba, que tardaba. Un auténtico drama”.

Este médico valenciano tiene clara la fuerza que lo ha movido: la humanidad frente a la deshumanización. Aquellas personas excluidas del progreso. Especialmente, indica, en España. “Yo tengo la sensación constatada de que en otros países no está ocurriendo lo de aquí. Esta situación es muy propia de aquí, de nuestra idiosincrasia. Somos el segundo país del mundo, después de Japón, con una esperanza de vida mayor. Muchos de los mayores proceden de una época muy dura de España. Que se le trate de imponer una cultura digital, cuando además no tienen medios, es tremendo”.

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