Zacatecas sangra por la violencia y obispo mexicano pide al clero mantenerse al lado con la gente

En entrevista para Vida Nueva, Sigifredo Noriega Barceló se refiere a los hechos registrados en los últimos meses en ese estado, y habla de la Pastoral del Consuelo con la cual la Iglesia atiende a las víctimas

Tan solo en lo que va del año se han registrado 162 homicidios en el estado de Zacatecas (México), como consecuencia de la guerra entre los cárteles de Sinaloa, Jalisco Nueva Generación y del Noreste, por el control territorial para el trasiego de drogas hacia los Estados Unidos.



En entrevista para Vida Nueva, el obispo de la diócesis de Zacatecas, Sigifredo Noriega Barceló, asegura que en casi una década que lleva al frente de esa Iglesia particular, incluso, a lo largo de sus 70 años de edad, jamás había visto una situación de violencia de esta magnitud.

Tras calificar de “perverso” lo que está ocurriendo en la entidad, Noriega Barceló lamentó que se hable crudamente de cómo “la sangre está corriendo por las calles”, y que una persona asesinada se convierta en espectáculo, en provocación, en un medio para llamar la atención o para decir “aquí estamos nosotros, que somos quienes mandamos”.

Un fenómeno muy complejo

El pasado 5 de febrero, día en que se conmemoró la Constitución Mexicana, fue uno de las días más sangrientos, luego de que en las calles del municipio de Fresnillo, en Zacatecas, aparecieron diez cadáveres, y otros seis en una bodega del municipio de Pánfilo Natera, también en ese estado.

Al respecto, el obispo de Zacatecas explicó que cada día aparecen situaciones más crueles; “creo que vivimos una situación mucho muy delicada, que va a requerir no solo de acciones sueltas, sino de un plan de ataque a las causas porque es una escalada; ¿en qué va a terminar esto?, no lo sé”.

El obispo considera que urge una estrategia más integral porque la violencia es multicausal: “considero que estamos en crisis como seres humanos; un cambio de época, de valores por tanto, que sostienen la convivencia, y a veces hasta pérdida de valores: hemos estado haciendo a un lado hasta a la familia, por ejemplo, hemos estado haciendo a un lado la educación“.

En este sentido, señaló que tanto la familia como la educación son dos instituciones básicas que están en crisis; sin embargo, hay otros factores detrás: “un ambiente ‘light’, de no compromiso, pragmático, de dinero a como dé lugar, de tanta corrupción“.

Manifestó que la violencia es un fenómeno muy complejo, y al no ser tan clara la causa, eso impide que haya estrategias mucho más puntuales.

Un problema que requiere muchas cabezas y corazones

Al preguntarle sobre lo que considera que debiera hacer el gobierno estatal para controlar esta ola de violencia, el obispo Sigifredo manifestó que, en primer lugar, aceptar “esta cruda y cruel realidad; una situación gravísima“, de lo contrario –dijo– no podrían venir acciones posteriores “o las que vengan van a estar desarticuladas o van a tapar ciertos ‘hoyitos’”.

Consideró que el gobierno también debe tomar en cuenta que hay universidades e instituciones muy valiosas que “podemos aportar” en ese sentido; “tomar en cuenta otras visiones, otras formas; a nadie nos conviene que le vaya mal a un gobierno porque nos va mal a todos… es un problema que requiere muchas cabezas y muchos corazones“.

En cuanto a la acción de la Iglesia para contribuir a la solución, destacó que se trabaja más para sensibilizar a las personas “a formar a las conciencias, a suscitar conciencias solidarias, y que se pongan en acción con los demás. El Evangelio a eso nos invita”.

“Ser responsables del hermano: ‘¿qué has hecho con tu hermano?’. El papel de la Iglesia no es tan visible, tan mediático, pero es un papel de todos los días; donde hay un cristiano y un pastor; donde hay un sacerdote y un obispo; creo que ese es nuestro trabajo, está de fondo, está detrás”, agregó.

Una Pastoral de Consuelo y de la Escucha

Sigifredo Noriega explicó que todo el trabajo de evangelización en la Iglesia se dirige a vivir “en la paz que Dios nos da; formarnos como artesanos de paz”; no obstante, en particular ante las circunstancias actuales, la Pastoral de Consuelo es la que actualmente está dando acompañamiento a las personas que han perdido a familiares como consecuencia de la violencia.

Incluso –dijo- se da acompañamiento a “las familias de las personas que hacen el mal; muchas madres de familia acuden: ‘mi hijo anda mal’. En la Pastoral de Consuelo nos toca atender a muchísima gente, así como en la Pastoral de la Escucha; la gente requiere no solo un desahogo, sino un interlocutor que dé confianza, que no tiene ningún otro interés más que el servicio”.

“He pedido a los sacerdotes que permanezcan ahí con la gente aunque la situación esté difícil. Muchas veces la gente se siente abandonada, se siente huérfana de autoridad en todos los sentidos”, agregó el obispo.

Para concluir, hizo un llamado a los mexicanos a no perder ni la fe ni la esperanza “porque si esto va a la baja, vamos a insensibilizarnos y lo que sería peor, vamos a acostumbrarnos a ver muertos en las calles. Invito a toda nuestra gente a ser solidarios, a estar cerca de los que sufren“.

Para Sigifredo Noriega, la situación de violencia “sí tiene remedio. No podemos vivir ni en la incertidumbre ni en la zozobra, muchas veces hasta en el terror que imposibilita. Pongamos de nuestra parte. La paz no se hace sola, los problemas no se arreglan con buenos deseos nada más, sino con conciencias y corazones comprometidos”.

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