Sarah, un cardenal incómodo para el presidente de Guinea

El prefecto emérito de la Congregación para el Culto Divino celebró la eucaristía en la catedral de Santa María de Conakry, donde él fue arzobispo

El cardenal Robert Sarah, en una conferencia archivo

El cardenal Robert Sarah presidió este miércoles, 29 de diciembre, la eucaristía en la catedral de Santa María de Conakry, donde él fue arzobispo antes de ser prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. En su homilía apostó por una transición pacífica para su país.

En punto muerto

Sarah acudió a la obra ‘Memoria, historia y olvido’ de Paul Ricoeur para cuestionar una de las decisiones del gobierno del país como el hecho de ponerle al aeropuerto de Conakry el nombre del primer presidente del país, Ahmed Sékou Touré, algo que ha generado “mucha división” y que es una “medida innecesaria” para el purpurado según publica Guinée News. Y es que actualmente, el coronel Mamady Doumbouya ejerce el poder como presidente de la junta militar que se alzó con el poder tras un golpe de estado el pasado mes de septiembre.

No es la única decisión polémica del actual gobierno que comentó Sarah. La familia de Sékou Touré ha recibido la posesión de la residencia conocida como Belle Vue, una “restitución” que es incompleta ya que, recordó el cardenal, era originalmente una propiedad de la Iglesia católica que fue expoliada cuando los franceses abandonaron Guinea en 1958. En esta propiedad se levantaba el seminario. “El gran mérito del Presidente Sékou Touré es que nunca se apropió de nada personalmente. Sékou Touré nunca tomó una propiedad pública para hacerla suya. En esto, despierta nuestra admiración. Si hoy, la señora Hadja Andrée Touré acepta con gratitud y agradecimiento que le devolvamos una propiedad que no le pertenece, se deshonra a sí misma, deshonra a su difunto marido”, comentó.

Acciones así pueden producir un “precipitado retorno al punto de partida”, y es que Sarah criticó abiertamente en su día la represión de opositores perpetrada por Sékou Touré que incluso tuvo detenido durante una década a un arzobispo o las violaciones de los derechos humanos.

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