El convento de sor Lucía Caram se refunda: “Nuestro claustro es el mundo”

  • Con el visto bueno del Papa, inician cinco años de experiencia para encontrar “una nueva formulación carismática buscando un camino jurídico”
  • La comunidad de Manresa volcada con los más pobres se desvincula de la Federación Dominica de la Inmaculada

El monasterio de Nuestra Señora de los Ángeles y Santa Clara de las dominicas de Manresa inicia un proceso de discernimiento de cinco años en lo que podría ser una ‘refundación’ de la comunidad contemplativa. Así lo da a entender sor Lucía Caram, la popular religiosa, que ha anunciado que se han adentrado en “una nueva formulación carismática buscando un camino jurídico para vivirlo dentro de la Iglesia y, dentro de lo posible, también en la orden”.  Esta nueva andadura, tal y como relata la propia Caram, contaría con el acompañamiento y el visto bueno del Papa Francisco.



“Continuamos siendo una comunidad de vida contemplativa, pero no somos monjas de clausura”, aclara la consagrada argentina que subraya que “nuestro claustro es el mundo, porque donde está la gente que sufre es nuestro espacio de contemplación”.

En principio, se trataría de una experiencia de cinco años “que va a seguir madurando buscando nuestro encaje”, relata Caram, lo que implica que su comunidad deja de pertenecer a la Federación de la Inmaculada, que aglutina a varios conventos dominicos. “Cada uno tiene que ser fiel a su vocación y desde algunos de los monasterios no se entendía nuestra opción. Por eso, para vivir mejor la vida fraterna, hemos decidido desvincularnos jurídicamente para que no se sientan responsables de determinadas opciones que hemos ido tomando y que vamos a seguir haciendo”, especifica, subrayando que “seguimos en comunión con todas las monjas de la orden”.

“Durante estos años hemos estado trabajando y discerniendo, dando pasos desde intuiciones para que nuestro convento fuera casa para los más empobrecidos”, añade, con el convencimiento de que “no podemos permanecer quietas cuando nuestros hermanos pierden la vida en el Mediterráneo, pierden sus trabajos, sus casas y no tienen para comer y llaman a la puerta de nuestro convento en busca de ayuda, de alguien que les escuche y la acogida”.

Referente en la labor social

Amén de la notoriedad pública de Caram, lo cierto es que la ingente labor social que capitanea en Manresa se ha convertido en un referente en la región:  “No siempre se entendió esta misión, puesto que se concebía que una comunidad de monjas de clausura tenía que dedicarse exclusivamente a la oración y que lo demás no nos tocaba, no nos correspondía”.

Caram asegura que este salto lo dan a partir de la experiencia de Domingo de Guzmán que le llevó a vender todos sus libros a los que denominaba “pieles muertas” mientras sus hermanos a los que describía como “pieles vivan” morían de hambre: “Este despertar de Domingo desde la oración para entregarse a los más pobres es lo que nos ha llevado estos años como comunidad a seguir su ejemplo”.

La apuesta de la comunidad pasa también por compartir vida y misión con los laicos. “Hay un  grupo que comparten nuestro trabajo y servicio a los más pobres. Algunos incluso comparten algunos días a la semana nuestra vida en comunidad, nuestra oración y nuestra liturgia”, detalla la monja contemplativa.

“Juntos -apunta la religiosa- queremos realizar la gran revolución de la ternura y de la verdad, la revolución de la compasión, que es la pasión compartida que vivió Jesús, hijo de Dios, que pasó entre nosotros haciendo el bien, compadeciéndose de las multitudes, curando a los enfermos, dando esperanza a los que estaba desesperados, liberando a los que se sentían oprimidos”. “Somos militantes de la esperanza”, sentencia Caram.

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