El madrugón de Francisco para venerar a la Inmaculada: a las seis y cuarto en la plaza de España

La pandemia obliga al Papa a adelantar su ofrenda a la imagen de la Virgen para evitar una masiva presencia de fieles

Más temprano aún que el año pasado el Papa Francisco ha llegado a las seis y cuarto de esta mañana a la Plaza de España en Roma para rezar ante la imagen de la Inmaculada. Ha precedido incluso a los bomberos de la capital que desde hace años adornan la estatua de María con una corona de flores blancas.



Como ya se había anunciado una vez más el Santo Padre ha querido evitar las concentraciones de gente ocasión propicia para los contagios; aun así un pequeño grupo de romanos han podido acompañarle y aplaudirle a su llegada a la Plaza y cuando la ha abandonado para regresar al Vaticano.

Extrema sencillez

La ceremonia –si se la puede calificar así- ha sido de una extrema sencillez. Apenas descendido del utilitario con la matricula SCV1  el Santo Padre, cubierto con un abrigo blanco porque la mañana era más bien fría, ha saludado a la Embajadora de España ante la Santa Sede Carmen de la Peña Corcuera y al personal de la Embajada así como a algunos números de la Guardia Civil que custodian la sede de nuestra delegación diplomática. “Le ruego me perdone por la hora tan temprana – le ha dicho Bergoglio a la embajadora- pero las circunstancias aconsejan que se eviten aglomeraciones”.

Situado frente al monumento el Santo Padre con las manos juntas ha pedido sin duda a la Madonna que proteja a la ciudad de Roma y a sus habitantes, así como al mundo entero especialmente a los enfermos, a los ancianos ,a los niños. Una vez concluida la oración ha depositado un cesto de rosas blancas a los pies del monumento  y se ha retirado. Desde un ángulo de la Plaza una voz ha gritado:”¡Viva el Papa!. Nos vemos a las doce en la Plaza de San Pedro”. A esa hora Francisco rezará el Ángelus desde la ventana del Palacio Apostólico.

Durante toda la jornada de hoy miles de romanos y numerosos turistas se acercarán a la Plaza de España; mucho de ellos traerán  ramos o coronas de flores; un gesto de devoción mariana que acompañarán con cantos y oraciones. En cierto modo el 8 de diciembre marca en la Ciudad Eterna el comienzo del período navideño.

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