El Papa a la Iglesia ortodoxa de Chipre: “Su experiencia de sinodalidad puede sernos de gran ayuda”

El papa Francisco junto a Crisóstomos II en la catedral ortodoxa de Nicosia (Chipre)

Gracias, querido hermano, por sus palabras, por la apertura del corazón y por el compromiso de promover el diálogo entre nosotros”. Con estas palabras se ha dirigido el papa Francisco a Crisóstomos II, arzobispo ortodoxo de Chipre, durante el encuentro del Pontífice con el Santo Sínodo en la catedral ortodoxa de Nicosia, en el marco de su viaje apostólico a Chipre y Grecia, que comenzó ayer y le llevará de peregrinación por esas tierras hasta el próximo lunes 6 de diciembre. Antes, ambos líderes religiosos mantuvieron un encuentro privado en el Arzobispado Ortodoxo.



Como hiciera ayer en su primer discurso a la comunidad católica de Chipre, Jorge Mario Bergoglio ha echado mano de san Bernabé, destacando algunos aspectos de su vida y misión que pueden orientar hoy a ambas iglesias en el camino de comunión.

1. ‘Hijo del consuelo’ e ‘hijo de la exhortación’

En primer lugar, el Papa se ha detenido en el significado del nombre del santo, que es al mismo tiempo ‘hijo del consuelo’ e ‘hijo de la exhortación’. “Es hermoso que en su figura se fundan ambas características, indispensables para el anuncio del Evangelio. En efecto, todo consuelo verdadero no puede ser intimista, sino que debe traducirse en exhortación, orientar la libertad hacia el bien. De igual forma, cada exhortación en la fe no puede más que fundarse en la presencia consoladora de Dios y estar acompañada por la caridad fraterna”, ha explicado.

Del mismo modo, Bernabé, hijo del consuelo, “nos exhorta a nosotros sus hermanos a emprender la misma misión de proclamar el Evangelio a los hombres, invitándonos a comprender que el anuncio no puede basarse en exhortaciones generales, en la repetición de preceptos y normas que observar, como se ha hecho con frecuencia. Hay que seguir el camino del encuentro personal, prestar atención a las preguntas de la gente, a sus necesidades existenciales”, ha continuado.

Y ha añadido: “Para ser hijos del consuelo, antes de decir cualquier cosa, es necesario escuchar, dejarse interrogar, descubrir al otro, compartir: porque el Evangelio se transmite por la comunión. Esto es lo que, como católicos, deseamos vivir en los próximos años, redescubriendo la dimensión sinodal, constitutiva del ser de la Iglesia. Y en esto sentimos la necesidad de caminar más intensamente con ustedes, que por medio de la experiencia de su sinodalidad pueden sernos verdaderamente de gran ayuda“.

2. Despojarnos de lo terreno

En segundo lugar, Francisco ha hablado sobre la valentía de despojarnos de lo terreno. “Bernabé vendió un campo de su propiedad, llevó el importe y lo puso a disposición de los apóstoles. Este magnífico gesto sugiere que para revitalizarnos en la comunión y en la misión también nosotros hemos de tener la valentía de despojarnos de aquello que, aun siendo valioso, es terreno, para favorecer la plenitud de la unidad”.

“No me refiero ciertamente a lo que es sagrado y nos ayuda a encontrar al Señor –ha continuado–, sino al riesgo de absolutizar ciertos usos y costumbres que no son esenciales para vivir la fe. No nos dejemos paralizar por el temor de abrirnos y de realizar gestos audaces, no secundemos el ‘carácter irreconciliable de las diferencias’ que no encuentra correspondencia en el Evangelio. No permitamos que las tradiciones –en plural y con la “t” minúscula– tiendan a prevalecer sobre la Tradición –en singular y con la “t” mayúscula–”.

En el mismo sentido, el Pontífice ha recordado que Bernabé, “dejando todo lo que poseía a los pies de los apóstoles, entró en sus corazones. También nosotros estamos invitados por el Señor a redescubrirnos como parte del mismo Cuerpo, a abajarnos hasta los pies de los hermanos. Es cierto que la historia, en el campo de nuestras relaciones, ha abierto amplios surcos entre nosotros, pero el Espíritu Santo desea que volvamos a acercarnos con humildad y respeto”.

Asimismo, ha proseguido: “Él nos invita a no resignarnos frente a las divisiones del pasado y a cultivar juntos el campo del Reino, con paciencia, asiduidad y de modo concreto. Porque si dejamos de lado teorías abstractas y trabajamos juntos codo a codo —por ejemplo, en la caridad, en la educación y en la promoción de la dignidad humana—, redescubriremos al hermano y la comunión madurará por sí misma, para gloria de Dios”.

Y ha resaltado: “Cada uno mantendrá las propias maneras y el propio estilo pero, con el tiempo, el trabajo conjunto acrecentará la concordia y se mostrará fecundo. Así como estas tierras mediterráneas fueron embellecidas por el trabajo respetuoso y paciente del hombre, también nosotros cultivemos, con la ayuda de Dios y con humilde perseverancia, nuestra comunión apostólica.

Por ejemplo, el Papa ha destacado que “un buen fruto” es lo que sucede en Chipre en la iglesia de Nuestra Señora de la Ciudad de oro. E”l templo, dedicado a la Panaghia Chrysopolitissa, es actualmente lugar de culto para varias confesiones cristianas, amado por la población y elegido con frecuencia para las celebraciones de los matrimonios. Es por tanto un signo de comunión de fe y de vida, bajo la mirada de la Madre de Dios, que reúne a sus hijos”.

3. Una prueba

En tercer y último lugar, Bergoglio destacó que la figura de Bernabé es una prueba, “la cual marcó su historia y los orígenes de la difusión del Evangelio en estas tierras. Al regresar a Chipre con Pablo y Marcos, Bernabé encontró a Elimas, ‘mago y falso profeta’, que se les opuso con malicia, tratando de torcer los caminos derechos del Señor”. “Tampoco hoy faltan falsedades y engaños que el pasado nos pone delante y que obstaculizan el camino”, ha remarcado.

En este sentido, se ha referido a “siglos de división y distancias que han llevado a asimilar, aun involuntariamente, no pocos prejuicios hostiles respecto a los demás, preconceptos basados a menudo en informaciones deficientes y distorsionadas, divulgadas por una lectura agresiva y polémica. Pero todo esto tuerce el camino de Dios, que se orienta hacia la concordia y la unidad”.

Por eso, “la santidad de Bernabé es elocuente también para nosotros. Cuántas veces en la historia, entre los mismos cristianos nos hemos preocupado por oponernos a los demás, en lugar de acoger dócilmente el camino de Dios, que tiende a recomponer las divisiones en la caridad. Cuántas veces hemos agrandado y difundido prejuicios sobre los demás, en vez de cumplir la exhortación que el Señor repite especialmente en el Evangelio escrito por Marcos, quien fuera con Bernabé a esta isla: hacerse pequeños y servir a los demás”, ha señalado.

El Papa ha pedido suplicar al Señor “sabiduría y valentía” para seguir sus caminos y no los nuestros. “Pidámoslo por intercesión de los santos. Leontios Machairas, cronista del siglo XV, definió a Chipre como la ‘Isla santa’ por la cantidad de mártires y beatos que esta tierra ha conocido a lo largo de los siglos. Además de los más célebres y venerados, como Bernabé, Pablo y Marcos, Epifanio, Bárbara, Espiridón, hay muchos otros, multitudes innumerables de santos que, unidos en la única Iglesia celestial, nos impulsan a navegar juntos hacia el puerto por el que todos suspiramos”.

Todos estos santos, desde el más allá, “invitan a que hagamos de Chipre –que ya es un puente entre Oriente y Occidente– un puente entre el cielo y la tierra. Que así sea, para gloria de la Santísima Trinidad, para nuestro bien y el de todos”, ha concluido el Pontífice antes de despedirse para ir a celebrar la Santa Misa en el GSP Stadium de Nicosia.

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