Sebastián Chico Martínez ya es obispo de Jaén

La catedral de la ciudad andaluza acogió la celebración del inicio del ministerio episcopal del nuevo prelado del Santo Reino

A las 11 de esta mañana, la catedral de la Asunción de María de Jaén, ante la reliquia del Santo Rostro, ha acogido la celebración de la toma de posesión del obispo número 76 de la diócesis, el murciano Sebastián Chico Martínez, que es desde 2019 obispo auxiliar de la diócesis de Cartagena. El nuevo prelado del Santo Reino fue nombrado por el papa Francisco el pasado 25 de octubre y ha sido recibido por más de 1.500 fieles en la seo jienense, así como una treintena de obispos, arzobispos y cardenales. Como es habitual en los obispos ordenados, el nuncio Bernardito Cleopas Auza presidió el primer momento de la celebración.



“Somos la Iglesia que camina en las ciudades y pueblos de esta histórica Diócesis, situada en un mar de olivos y entre bellos paisajes, y que hoy recibe, con gratitud al Santo Padre, a su nuevo Pastor”. Con estas palabras el hasta ahora obispo de Jaén, Amadeo Rodríguez Magro, fue el encargado de recibirle antes de la lectura de la bula de su nombramiento. “El laicado, los consagrados y consagradas, los diáconos y el presbiterio diocesano constituyen una Iglesia viva que ha ido renovándose tanto en su pastoral ordinaria, como en otras muchas iniciativas y acciones, todas orientadas en comunión y evangelización”, apuntó el dimisionario. “Viene usted, por tanto, no a una Iglesia perfecta, pero sí a una Iglesia soñadora de caminos que la lleven a mostrar el rostro de Cristo a todos y en especial a los más heridos en su vida interior y en sus situaciones humanas y sociales”, concluyó.

Por su parte, el nuncio le ofreció al nuevo obispo de Jaén las “bienaventuranzas del obispo” que el papa Francisco entregó a los obispos italianos al inicio de su Asamblea General Extraordinaria el pasado lunes, 22 de noviembre. “Con este espíritu de las bienaventuranzas, que se discierne bien mirando el Santo Rostro, podrá hacer realidad, en esta querida Diócesis de Jaén, su manifestada voluntad de ser, aquí, un pastor según el corazón de Cristo, un hombre de esperanza”, señaló.

Un Iglesia en salida

En su homilía, el nuevo obispo de Jaén agradeció “a Dios por la gran misericordia que siempre ha tenido conmigo, por el don de su Espíritu, con el que me ha enriquecido, y le pido que me ayude a vivir la santidad” y describió el cambio de obispo como un momento “donde cambiamos las personas, pero permanece el ministerio y el servicio al pueblo santo de Dios”. Y destacando el vínculo histórico de la diócesis con san Eufrasio, primer obispo y uno de los siete Varones Apostólicos, destacó que “aquí está el poder de Dios transformando nuestros corazones, haciéndonos una gran familia: sus hijos, y abriéndonos camino para alcanzar la plenitud de su Gloria y, por tanto, viviendo en esperanza”.

Por ello, presentó la diócesis como una “Iglesia peregrina, Iglesia en salida, Iglesia samaritana, emana la fuente de Caridad, que brota del Corazón abierto de Cristo, que se ofrece para curar, sanar y salvar al hombre”. “Vengo con el único programa de unirme a vosotros y caminar juntos, como vuestro servidor, de todos, pero de forma especial de los pobres, los débiles, los enfermos, los que no tienen hogar, los migrantes…”, manifestó. “También, me uno a vosotros como vuestro hermano en la fe, con el deseo de sentir el calor fraternal que brota de nuestro bautismo y nos hace ser comunidad, familia, Iglesia, ayudándoos a crecer en la fe y a vivir en el amor de Dios y del prójimo”, añadió.

Alejados de la mediocridad

A sus diocesanos reclamó que, aunque cuenta con la Gracia de Dios, le ofrezcan si “ayuda para ser un buen obispo, signo del Buen Pastor, Siervo, Esposo y Maestro de la Iglesia; un pastor según el corazón de Cristo. “Juntos, viviendo la comunión, la participación y la misión, es decir, en sinodalidad, continuaremos la misión que el Señor nos encomendó”, añadió. “Es cierto que no son pocos los obstáculos que nos encontramos, en este momento de nuestra historia, y que incluso nos pueden estar afectando en nuestra vida cristiana y en nuestra vocación, pero sabemos que vivimos el tiempo de Dios”, subrayó destacando que la Iglesia se haya en un proceso sinodal.

“Acabo de llegar a esta Diócesis, y ya me siento estrechamente unido a vosotros, mis hermanos sacerdotes, primeros colaboradores del obispo, que lleváis la gran responsabilidad del servicio al pueblo de Dios y del anuncio del evangelio en las parroquias y en los distintos oficios que desempeñáis”, fueron sus palabras hacia los sacerdotes a los que clamó “¡Os voy a necesitar!”. “Nos tenemos que ayudar mutuamente para estar siempre alejados de la mediocridad”, les recomendó citando al Papa.

Ofreció un saludo especial a los “seminaristas, pues sois nuestro corazón diocesano”. También a “los religiosos y religiosas de nuestra Diócesis, a los Institutos Religiosos, a las Asociaciones de Vida Religiosa y Vírgenes Consagradas, que servís a esta Iglesia con vuestra entrega, enriqueciéndola espiritualmente con vuestro testimonio y siendo herramientas eficaces de trabajo y de recursos humanos al servicio de nuestros hermanos en las distintas realidades apostólicas que desempeñáis”

Queridos fieles, me siento ganado por vuestro afecto y por la acogida que estoy recibiendo”, ratificó. “Sois junto a todos nosotros, sacerdotes y religiosos, la carne de Cristo, el rostro de mi esposa, la Iglesia, a la que deseo amar como esposo, padre y hermano. Desde el primer momento de mi nombramiento me han hablado con mucho cariño de vosotros, contándome que sois abiertos, cercanos, sencillos, bondadosos, agradecidos, una Iglesia muy viva”, señaló. Os deseo conocer personalmente, escuchar vuestras inquietudes y atender las necesidades propias, de vuestra familia o de vuestra realidad eclesial, pero también os necesito para la tarea que Dios me encomienda y para que me ayudéis, desde vuestra cercanía y la frescura de vuestra sinceridad, a ser el pastor que Dios desea para vosotros”, añadió.

“Sois las llagas abiertas de Cristo que tenemos que besar con nuestra atención, cercanía y ternura”, subrayó al pensar en “los enfermos y a los que están sufriendo por alguna circunstancia”, “en los pobres y necesitados, en las familias en dificultad, en las personas que no tiene vivienda, en los maltratados, en los presos, en los que no tienen trabajo y viven en precariedad económica”. También tuvo palabras para quienes no creen o a los fieles de otras confesiones y encomendó su nuevo ministerio a la Virgen de la Cabeza, patrona de Jaén.

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