Íngrid Graterol, una antorcha que guía la Asamblea Eclesial desde los márgenes

Íngrid Cáritas

Íngrid Graterol, venezolana, comenzó en Cáritas en 1996: son 25 años de servicio, toda una vida. Un testimonio de fidelidad evangélica y entrega. Ella es cronista del Evangelio. Como asambleísta, participará en las salas virtuales habilitadas para este evento continental.



Soy solo una portavoz”, dice Íngrid, quien como directora de Cáritas Machiques, región rural en el estado de Zulia, al oeste venezolano, explica cómo fue elegida asambleísta: “El equipo nacional se puso en comunicación con nosotros, los que estamos en las zonas más difíciles, donde la crisis humanitaria del país ha pegado más. El equipo nacional, entre nuestros obispos y directora, estuvieron conversando conmigo sobre la importancia de este evento y me han llevado de la mano hacia esta participación”.

El foro promovido por el CELAM será una gran oportunidad para iluminar las realidades más castigadas. “Es durísimo ver la desnutrición en niños, ver morir de mengua a ancianos que se han quedado solos por el éxodo masivo. Una gran tristeza golpea el alma de los venezolanos, son muchas las familias separadas”, lamenta la responsable de Cáritas. Por eso, insiste en que los asambleístas “debemos convertirnos en esa gran antorcha, iluminar la oscuridad para decir que la Iglesia sigue teniendo una voz, llevando el amor de Cristo, pero, además, en una actitud siempre a la escucha, de consulta, de construcción, de adaptación”.

Acción solidaria

Para Íngrid, “la Iglesia ha estado siempre presente en las periferias”. Es más, la crisis humanitaria que azota a su país ha sido paliada por la acción solidaria de hombres y mujeres comprometidos con quienes más sufren, al punto de que católicos y otras confesiones han dado la batalla al margen de cualquier diferencia, muy distinto a los políticos de turno: “Nos hemos echado al hombro un sinfín de situaciones para llevar el amor de Jesús en medio de una emergencia, un conflicto político y una pandemia”.

No hay una receta precocinada para esa conversión eclesial que se necesita. Es el parecer de Íngrid, convencida de que tanto la Asamblea Eclesial como el Sínodo sobre la sinodalidad en curso deben comenzar a generar preguntas sobre el futuro inmediato de la Iglesia. “Ahora como nunca, debemos seguir siendo cercanos, encarnados y, en especial, renovados”, explica esta laica, que llama a todos a “sentirnos Pueblo de Dios, donde no hay nadie superior ni subordinado, todos como hermanos construyendo el Reino en la realidad, para ir a los templos humanos, contemplar el rostro de un Dios extramuros”.

El encuentro de México será un buen punto de partida para entender mejor aquel cristocéntrico llamado: “Ven y sígueme”.

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