El Papa en la misa inicial del sínodo: “No insonoricemos el corazón, no nos blindemos dentro de nuestras certezas”

Francisco preside la eucaristía en la basílica de San Pedro, a la que asistió Gloria Cecilia Narváez, la monja colombiana secuestrada en África por Al Qaeda

El fin de semana de inicio del proceso sobre el Sínodo de la sinodalidad, que se prolongará hasta 2023, ha incluido la misa presidida por el papa Francisco en la basílica vaticana. “Al dar inicio al itinerario sinodal, todos —el Papa, los obispos, los sacerdotes, las religiosas y los religiosos, las hermanas y los hermanos laicos— comenzamos preguntándonos: nosotros, comunidad cristiana, ¿encarnamos el estilo de Dios, que camina en la historia y comparte las vicisitudes de la humanidad? ¿Estamos dispuestos a la aventura del camino o, temerosos ante lo incierto, preferimos refugiarnos en las excusas del “no hace falta” y del “siempre se ha hecho así”?”, se preguntó.



Antes del inicio de la misa, el Papa pudo saludar a Gloria Narváez, la religiosa colombiana, secuestrada por una célula terrorista de Al Qaeda en 2017 y que ha sido liberada tras la mediación de la diplomacia vaticana.

El papa Francisco salida a Gloria Narváez, religiosa colombiana secuestrada por Al Qaeda en 2017.

El arte del encuentro

“Hacer sínodo significa caminar juntos en la misma dirección”, prosiguió Francisco en la homilía, quien a partir del relato de Marcos del joven rico, comentó tres verbos: encontrar, escuchar, discernir. “Nosotros, que comenzamos este camino, estamos llamados a ser expertos en el arte del encuentro. No en organizar eventos o en hacer una reflexión teórica de los problemas, sino, ante todo, en tomarnos tiempo para estar con el Señor y favorecer el encuentro entre nosotros”, destacó.

“Un tiempo para dar espacio a la oración, a la adoración, a lo que el Espíritu quiere decir a la Iglesia; para enfocarnos en el rostro y la palabra del otro, encontrarnos cara a cara, dejarnos alcanzar por las preguntas de las hermanas y los hermanos, ayudarnos para que la diversidad de los carismas, vocaciones y ministerios nos enriquezca”, añadió. En este sentido ha puesto el ejemplo del grupo de sintecho que el pontífice recibirá tras el rezo del ángelus.

“Todo encuentro —lo sabemos— requiere apertura, valentía, disponibilidad para dejarse interpelar por el rostro y la historia del otro. Mientras a menudo preferimos refugiarnos en relaciones formales o usar máscaras de circunstancia, el encuentro nos cambia y con frecuencia nos sugiere nuevos caminos que no pensábamos recorrer. Muchas veces es este justamente el modo en que Dios nos indica la vía a seguir, haciéndonos salir de nuestras rutinas desgastadas. Todo cambia cuando somos capaces de encuentros auténticos con Él y entre nosotros. Sin formalismos, sin falsedades, sin maquillajes”, prosiguió.

Escuchar con el corazón

“Jesús no tiene miedo de escuchar con el corazón y no sólo con los oídos”, propuso. Para Francisco cuando se escucha así el otro se siente acogido, no juzgado, libre para contar la propia experiencia de vida y el propio camino espiritual”. “Preguntémonos: en la Iglesia, ¿cómo estamos con la escucha? ¿Cómo va “el oído” de nuestro corazón? ¿Permitimos a las personas que se expresen, que caminen en la fe aun cuando tengan recorridos de vida difíciles, que contribuyan a la vida de la comunidad sin que se les pongan trabas, sin que sean rechazadas o juzgadas?”, invitó.

“Hacer sínodo es ponerse en el mismo camino del Verbo hecho hombre, es seguir sus huellas, escuchando su Palabra junto a las palabras de los demás. Es descubrir con asombro que el Espíritu Santo siempre sopla de modo sorprendente, sugiriendo recorridos y lenguajes nuevos. Es un ejercicio lento, quizá fatigoso, para aprender a escucharnos mutuamente —obispos, sacerdotes, religiosos y laicos— evitando respuestas artificiales y superficiales”, propuso. “El Espíritu nos pide que nos pongamos a la escucha de las preguntas, de los afanes, de las esperanzas de cada Iglesia, de cada pueblo y nación. Y también a la escucha del mundo, de los desafíos y los cambios que nos pone delante. No insonoricemos el corazón, no nos blindemos dentro de nuestras certezas. Escuchémonos”, reclamó el Papa.

Discernimiento espiritual

“Cuando entramos en diálogo, iniciamos el debate y el camino, y al final no somos los mismos de antes, hemos cambiado”, sugirió Bergoglio. “El sínodo es un camino de discernimiento espiritual, que se realiza en la adoración, en la oración, en contacto con la Palabra de Dios”, añadió. “La Palabra nos abre al discernimiento y lo ilumina, orienta el Sínodo para que no sea una ‘convención’ eclesial, una conferencia de estudios o un congreso político, sino un acontecimiento de gracia, un proceso de sanación guiado por el Espíritu Santo”, destacó.

Jesús, concluyó el Papa en su homilía, “nos llama en estos días a vaciarnos, a liberarnos de lo que es mundano, y también de nuestras cerrazones y de nuestros modelos pastorales repetitivos; a interrogarnos sobre lo que Dios nos quiere decir en este tiempo y en qué dirección quiere orientarnos”.

Noticias relacionadas
Compartir