El obispo de Córdoba anima a la Iglesia a “acoger a las madres, antes o después del aborto provocado”

Demetrio Fernández ha hecho un alegato por la vida de los no natos en su última carta pastoral, en la cual alaba la labor de la campaña mundial ’40 días por la vida. El principio del fin del aborto’

“La Iglesia, como nos recuerda el papa Francisco, debe ser hospital de campaña que acoge a todos”, y esto es algo que, tal como ha recordado el obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, en su última carta pastoral a la diócesis, también debe hacerse con “las madres que viven” el trance del “aborto provocado”, “antes o después” de que este tenga lugar.



“No excluimos a nadie, no rechazamos a nadie, no condenamos a nadie”, ha aseverado el prelado, mostrando su gratitud a la campaña mundial ’40 días por la vida. El principio del fin del aborto’. “Simplemente, nos interesa la vida y estamos dispuestos a secundar campañas como ésta, pacíficas y silenciosas, que rescatan a muchos niños de las garras de la muerte y libran a muchas madres del trauma cuasi imborrable del aborto”, ya que “mientras los proaboristas gritan, los provida callan y rezan”.

La campaña en cuestión “agrupa un millón de voluntarios por todo el mundo, 250 en Córdoba” y “ha salvado a casi 20.000 bebés de las garras de la muerte” con las “armas” de la “oración y el ayuno”. “Una campaña insoportable para los proabortitas, pero que cala hondo en la conciencia social de nuestro pueblo”, apostilla Fernández.

Respeto por la vida

“La cuestión del aborto es cuestión de vida o muerte. Hay quienes son partidarios de la vida a toda costa, de la vida cuando está en el vientre materno y de la vida cuando está en su ocaso, débil y limitada, de la vida que es útil y de la vida de los inútiles, que no producen, que no sirven, que sólo generan gastos e incomodidades”, ha añadido el obispo.

Y es que ser “favorable a la vida” no es cuestión únicamente de creyentes, si bien “todas las religiones actualmente existentes, no sólo la Iglesia católica, consideran la vida como un don de Dios, y ante ese don responden con la acogida de esa vida en cualquiera de las fases de su existencia”. “El creyente, sea de la religión que sea, respeta la vida, acoge la vida en todas sus fases, considera la vida con un don sagrado”, afirma, mientras que “el no creyente no tiene nada que agradecer”, aunque “también hay no creyentes muy favorables a la vida”.

“Precisamente porque creemos en Dios, podemos pedirle con confianza que libre de estos enredos de muerte a tantas mujeres que son inducidas al aborto, como la solución de su problema”, añade el prelado en la misiva. “Y resulta que algunas (más de 20.000 en todo el mundo) han acogido esta llamada y han permitido nacer a su hijo, que iba a ser abortado”, afirma.

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