La Iglesia argentina reclama por los derechos de migrantes y refugiados

Frente a la vulnerabilidad que viven los refugiados, pidieron reinventar un nuevo modo de cuidado que los priorice y conecte con sus proyectos y sueños

El próximo domingo 20 de junio la Iglesia celebrará la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado. El lema de este año es ‘Hacia un nosotros cada vez más grande’.



La Comisión Episcopal de Migrantes e itinerantes (CEMI) de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), se hizo eco de las palabras que el Santo Padre ofreció para esta Jornada: “Somos como muchos granos de arena, todos diferentes y únicos, pero juntos podemos formar una playa hermosa, una verdadera obra de arte… Estamos todos en el mismo barco y estamos llamados a comprometernos para que no haya más muros que nos separen, para que ya no estén los otros, sino sólo un nosotros, un nosotros tan grande como la humanidad entera”.

Los datos de la crisis

Los miembros de la Comisión señalaron que, desde el inicio de la pandemia del Covid-19, las personas que más se vieron afectadas son aquellas que se encuentran en situación de vulnerabilidad: refugiados y migrantes, especialmente mujeres, chicos y adolescentes.

Esta crisis afectó a más de 79,5 millones de personas de todo el mundo. También alertaron que, en carácter de refugiados, hay casi 26 millones de personas, de los cuales más de la mitad de ellos son menores de 18 años.

Aseguraron que estos refugiados se vieron forzados a abandonar sus afectos y hogares por ser víctimas de conflictos armados, de la violencia y la persecución, aun dentro de sus mismas naciones de origen.

“Uno que me pertenece”

Para la Comisión Episcopal, la pandemia visibilizó y dejó al desnudo “nuestra vulnerabilidad global”. Por lo que consideran que también es una oportunidad de reinventar un nuevo modo de cuidado en el que se priorice a “uno que me pertenece”.

Asimismo, consideran que la colaboración y el servicio a los refugiados sea conectar cada vez más con sueños y proyectos de estas personas.

Sostuvieron que “Ellos precisan que nuestras manos, nuestras comunidades eclesiales, nuestras sociedades se conviertan en la expresión sensible y concreta de acogida, hospitalidad, fraternidad”.

Con la oración del papa Francisco, finalmente, piden a Dios por el acceso de refugiados y migrantes a los derechos de salud, vivienda, trabajo y educación.

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