Carlos Osoro en el segundo año de pandemia: “Enciende, san Isidro, nuestro corazón de luz y de esperanza”

El cardenal arzobispo de Madrid ha presidido la misa de la festividad del patrón de la ciudad

Carlos Osoro San Isidro

Hoy, 15 de mayo, Madrid celebra la festividad de su patrón: san Isidro. Sin embargo, tal como ha recalcado el cardenal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, durante su homilía en la colegiata de san Isidro, “celebramos esta fiesta en el contexto de la pandemia” por segundo año consecutivo. Por este motivo, el purpurado ha pedido a Dios por “tantas personas y tantas familias que han sido tocadas por el virus y siguen sufriendo sus consecuencias”. Y, directamente al patrón de la ciudad: “Enciende, san Isidro, nuestro corazón de luz y de esperanza”.



“En ese tiempo nos hemos dado cuenta de que ninguno de los dioses que nos hemos creado pueden sostener nuestras vidas, ni dar seguridad cuando nos hemos sentido vulnerables: son dioses de barro”, ha señalado el arzobispo de Madrid. “En este sentido, las virtudes teologales fraguaron la vida de san Isidro”, ha añadido, invitando que esas mismas virtudes “fragüen” la vida de todos.

La primera de estas virtudes es vivir “acogiendo el don de la fe” y siendo “testigo de la Resurrección”. Así, el cardenal ha animado a no buscar a Dios “donde nosotros queremos, sino que, como san Isidro, estemos abiertos a Él, a un encuentro que cambia la manera de vivir”.  Y es que “la fe es un don inmenso. Cuando lo recibimos uno no acaba de creérselo”. De hecho, si bien “en la pandemia surgen dudas e incluso podemos plantearnos ¿por qué permite Dios esto? Os voy a pedir que, como san Isidro, dejéis entrar a Jesucristo en vuestra vida”.

La esperanza tiene nombre: Jesucristo

Por otro lado, ha instado a vivir “en esperanza” y, para ello, vivir “en diálogo permanente con Dios, ora”. Porque “el diálogo con el Señor, la oración, nos da salidas ante todas las situaciones que podamos vivir, nos abre a la esperanza”. Osoro ha relatado que, cuando acude a la colegiata, “y me arrodillo ante el cuerpo de san Isidro y de su mujer, santa María de la Cabeza, me emociona recordar que ellos nunca dijeron: ‘No puedo más'”.

“Esta frase se pronuncia muchas veces en nuestra sociedad”, ha subrayado el arzobispo. “Una sociedad desesperada pone sus esperanzas en pequeñas cosas sin importancia y ante las grandes se resigna: guerras, hambre, niños privados de enseñanza, falta de fraternidad en el mundo…” Sin embargo, la esperanza de san Isidro “tiene un nombre y un rostro: en Jesucristo”. “En un momento como el actual, donde la violencia y la adversidad se manifiestan, los discípulos de Jesús hemos de entregar esta esperanza como san Isidro”, ha aseverado Osoro.

Por último, el cardenal ha llamado a vivir “con caridad, regalando el mismo amor de Dios. Vive regalando el amor mismo de Dios, desde esa comunión plena con Jesucristo”. Una caridad que no es “la ayuda o la limosna que damos para acallar nuestra conciencia, sino regalar ese amor”.

Madrid, pueblo de acogida

“¿Por qué el pueblo de Madrid se entusiasmó con san Isidro? ¿Por qué ha definido la vida, la historia y las tradiciones de Madrid este santo?”, se ha preguntado. “Cuando la altura espiritual de una vida humana está marcada por el amor, los humanos entendemos que ese es el criterio decisivo para valorar positivamente o negativamente la vida. Fue el amor al otro lo que hizo de san Isidro un santo del pueblo”, ha explicado. “El amor mueve a buscar lo mejor para la vida del otro, no excluye a nadie, construye una fraternidad abierta a todos”.

“Madrid ha sido una escuela de comunión a través de toda su historia”, ha concluido. “San Isidro dejó una huella que marcó la dirección de esta gran ciudad. Aquí nadie se siente extraño. Hay diversidad de procedencias, de culturas y de tradiciones, pero todos estamos integrados en una comunidad de hermanos“. Por eso, ha animado a no olvidar que “la historia de Madrid y sus habitantes fue fraguada por la fe; siempre hubo un espacio para Dios que no es una idea, sino una persona que nos da fuerza y capacidades para convertirnos en una sociedad abierta que integra a todos. Permanezcamos en el Señor, dejémonos impregnar por su Espíritu de amor”.

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