El libro religioso se reinventa para sobrevivir

Ante la crisis por la pandemia, el sector apela a la identidad, la unión y el compromiso con el lector

Nadie pone en duda ya que la pandemia ha modificado –¡y de qué manera!– nuestros hábitos de vida, de consumo y de lectura. Tres variables que permiten analizar el mercado editorial del libro religioso. ¿Sobrevivirá a una crisis que está golpeando con fuerza en tantos y tan diversos ámbitos? ¿Supondrá su puntilla definitiva? ¿O quizás este momento de zozobra abra la puerta a la enésima oportunidad para reinventarse?



Los responsables de algunos de los principales sellos del sector comparten con Vida Nueva, en otro atípico Día del Libro, sus inquietudes y esperanzas al respecto. Aunque responder a esas preguntas sea un ejercicio “tan incierto como el momento que estamos viviendo”, admite Mónica Gónzalez. La directora gerente de Narcea cree que el mundo del libro “ha sufrido los efectos de la pandemia”, en gran parte, por “la paralización del flujo comercial con el cierre de librerías”, que todavía hoy se deja sentir en América Latina. Si bien reconoce “un incremento significativo en la venta de libros electrónicos y del comercio online, las cifras no se equiparan en términos de facturación a años anteriores a pesar del lanzamiento de novedades”.

En parecidos términos se manifiesta Javier Gogeaskoetxea, consejero delegado de Desclée De Brouwer (DDB), que también diferencia entre la situación de España –con un aumento de la ventas online– y la del continente latinoamericano, con una caída en las exportaciones del “80% en libro religioso y un 65% en Biblia”. “Nosotros –confiesa– nos estamos defendiendo con la venta de derechos y ofreciendo mayores plazos de pago a distribuidores de América”. Y deja un dato para la esperanza: “Las librerías y distribuidores religiosos, a pesar de la crisis que arrastra el sector desde hace años, están aguantando mejor la pandemia”.

Lenta agonía

Esa caída en las ventas, que Gogeaskoetxea cifra en torno al 12% entre 2020 y 2021, Raúl Rodríguez Castillo la eleva a un promedio del 30%, lo cual, para el director de PPC España, obliga a hacer una lectura de la situación y aprender a “identificar las preocupaciones y necesidades de nuestros lectores”. Sostiene que la pandemia ha puesto en evidencia que “el sector del libro religioso vivía una lenta agonía”, aunque “no sabemos hacia dónde”. Por eso, su editorial trata de interpretar este contexto “con el mayor realismo y compromiso”, consciente de que “está en juego la naturaleza de nuestra misión divulgadora de la alta teología y de las propuestas pastorales actuales ajustadas a nuestro tiempo”.

Y es ahí cuando le surgen las preguntas: sobre el perfil del lector, el espacio del libro religioso entre el público general, el enfoque o la oferta editorial. “Como siempre, más preguntas que respuestas”, reconoce, pero embarcados ya en “un modelo de presencia en el que el ámbito digital ha pasado de ser un anexo a convertirse en el espacio principal”.

Un proceso que, según Eduardo Ayuso, “la pandemia está acelerando”. “Lo que más está afectando al libro –reflexiona el director de Ediciones Sígueme– es la profunda transformación del modelo de lectura. Nunca se ha leído tanto, pero nunca tan superficialmente, y esto el libro religioso serio y crítico sí lo está padeciendo”.

“La pandemia –puntualiza– no ha provocado esta crisis, sino que la ha puesto de manifiesto”. Pero no renuncia a extraer alguna enseñanza de la coyuntura actual: “La necesidad de evaluar el proyecto editorial para ver si siguen siendo válidos los principios que lo sostienen”, su “genoma”, porque, “cuando se manipula por acción, imitación y moda, u omisión, conduce a la pérdida de la identidad y a la irrelevancia”, advierte, antes de llamar a “optimizar nuestras muchas energías e invertir a medio y largo plazo para que el libro religioso tenga futuro”.

Adaptar el modelo de negocio

Que la supervivencia del libro religioso está garantizada “a corto y medio plazo” también lo cree Ramón Alfonso Díez Aragón, porque “el mazazo de la pandemia no ha derribado los pilares fundamentales de las editoriales religiosas”. Ahora bien, “¿quién sabe qué consecuencias tendrán en un lustro los cambios que está experimentando nuestro modelo de negocio?”, se pregunta el director editorial del Grupo de Comunicación Loyola (Sal Terrae y Mensajero).

Ahí está el reto: “Nuestra oferta sigue creciendo y, por el contrario, la demanda está menguando”. Por lo que “no solo sobrevivirán las editoriales religiosas que sepan adaptarse –cree él–, sino que gozarán de buena salud”. Y esa adaptación pasa por lograr “el mejor equilibrio entre la fidelidad al Evangelio que queremos transmitir y la innovación en la forma de comunicarlo, y en la calidad de nuestros productos y servicios”.

Potenciar las ventas directas, suprimir los gastos de envío en las ventas web y abaratar el precio de los libros son algunas de las medidas adoptadas por la Biblioteca de Autores Cristianos (BAC) desde el año pasado para paliar la “negativa repercusión” de la pandemia en los canales habituales de distribución del libro religioso, explica su director, Jesús Pulido.

Minimizar los costes de producción, unificando la logística, distribución y procesos administrativos de las tres editoriales de la Conferencia Episcopal Española son otras de las acciones emprendidas, a la espera de “poder salir de esta crisis aunando esfuerzos y contando con la ayuda que siempre nos han brindado las librerías especializadas en el libro religioso”.

Tormenta perfecta

Claro que la pandemia solo ha añadido “incertidumbre” a una “crisis profunda” que ya vivía el sector. Eso que algunos como Fernando Prado, director de Publicaciones Claretianas, han llamado la “tormenta perfecta”, por la confluencia de diversos factores: cambios en los soportes, crisis económica, era digital, dificultad del comercio internacional, secularización…

Por ello, aunque la tecnología ha facilitado las ventas y las presentaciones online durante estos meses, el futuro del libro religioso se antoja “muy incierto”. Mientras tanto, “estamos trabajando y empeñándonos con ilusión en un nivel más bien de supervivencia –asume–, que esperamos irá alumbrando un nuevo futuro”. Eso sí, ante tal incertidumbre, solo cabe “prudencia, trabajo, reflexión y estar muy atentos a lo que sucede”.

Desde Ciudad Nueva, por su parte, plantan cara al “desasosiego y desánimo” del momento presente con “una vuelta a la espiritualidad”. Eso que su director, Joaquín Herrero, describe como “un reencuentro con lo auténtico, lo trascendente y todo aquello que nos sana verdaderamente”. Reconoce que “el lector es cada vez más selectivo” y que “el proceso de venta es mucho más complejo”, por lo que destaca la importancia de “entender la especialización y segmentación del público”, para “ir poco a poco a colecciones y/o categorías especializadas”.

¡Resistiremos!

Tampoco duda Elías Pérez, director comercial de Verbo Divino, que “el coronavirus ha sido un látigo para el sector del libro religioso”, pero añade confiado: “¡Resistiremos!”. Aunque se presente “un futuro incierto” para el sector, que ha sufrido “el encarecimiento de los servicios logísticos” o “momentos difíciles para muchas personas”, él aboga por “aunar esfuerzos”. También con la Iglesia, a la que llama a “apoyar más al libro religioso”. Y concluye: “Es tiempo de reinventarnos, pero, sobre todo, de trabajar más y con más cabeza”.

Y es que “ser editor –en palabras de Mónica González– sigue siendo una tarea esencialmente vocacional, que nos invita a continuar publicando aquello en lo que creemos y por lo que apostamos”. Una apuesta con una carga de “resiliencia y esperanza” que la directora gerente de Narcea está segura de que “dará buenos frutos”.

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