Puesta de largo de la jueza de Trump: afirma creer en la oración pero evita pronunciarse sobre el aborto

“Como reflexión final, señor presidente, me gustaría agradecer a los muchos estadounidenses de todos los ámbitos de la vida que se han acercado a mí con mensajes de apoyo desde mi nombramiento. Creo en el poder de la oración, y ha sido alentador escuchar que tanta gente está orando por mí. Espero responder a las preguntas de la Comisión en los próximos días. Y si tengo la suerte de ser confirmada, me comprometo a cumplir fiel e imparcialmente con mis deberes para con el pueblo estadounidense como jueza asociado de la Corte Suprema”. Con estas palabras, la candidata de Donald Trump, Amy Coney Barrett, finalizaba su discurso de apertura ante la audiencia que la confirmará como jueza del Tribunal Supremo ayer, 13 de octubre.



Tras el discurso, la magistrada tuvo que responder a diversas preguntas acerca de cómo afrontaría la resolución de los diversos casos que llegarían a ella de ser ratificada para el cargo. Sin embargo, Barrett, católica practicante, firme opositora al aborto, simpatizante de las políticas migratorias de Trump y pro-armas, decidió atenerse a su imparcialidad en todo momento, sobre todo en lo referido al aborto y a la reforma sanitaria promovida por Barack Obama, conocida como el ‘Obamacare’ y que el partido republicano pretende eliminar.

“No me he comprometido con nadie”

“Los jueces no se pueden levantar un día y decir ‘tengo una agenda: me gustan las armas. Odio las armas. Me gusta el aborto. Odio el aborto’ y entrar como un rey a imponer su voluntad al mundo”, dijo. “Hay que esperar a que los casos y controversias, que es el lenguaje de la Constitución, se abran paso a través de un juicio”, subrayó la magistrada ante la Cámara.

Una postura que, tal como indicó, compartía con el fallecido juez Antonin Scalia, de quien fue aprendiz durante la década de 1990, célebre por su inclinación a ceñirse, palabra por palabra, a lo redactado en la Constitución a la hora de enfrentarse a un juicio. “No me he comprometido con nadie, ni en este Senado, ni en la Casa Blanca, sobre cómo decidiría ante cualquier caso”, aseguró Barrett, quien también matizó que, de ser confirmada como jueza del Supremo, “no tendrían al juez Scalia, tendrían a la jueza Barrett”.

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