Experto explica las bondades del nuevo Directorio para la Catequesis

  • El marista Balvino Juárez, especialista en Catequesis del CELAM, afirma que el nuevo documento contiene formas propositivas y atractivas de ofrecer el mensaje de Dios
  • En entrevista para Vida Nueva, asegura que la nueva evangelización debe romper el esquema escolar, superar la mentalidad sacramental y dejar atrás la instrumentalización pastoral
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A casi dos meses de haber sido presentado en Roma el nuevo Directorio para la Catequesis, Vida Nueva entrevistó al hermano Balbino Juárez, miembro de la Congregación de los Hermanos Maristas, experto de Catequesis del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) y vicepresidente de la Sociedad de Catequetas Latinoamericanos.



Para Balbino Juárez, en primer lugar, este nuevo directorio se enmarca perfectamente en la línea establecida por el papa Francisco de una Iglesia en salida y en la meta propuesta por los obispos en Aparecida, de “demostrar la capacidad que tenemos de promover y formar discípulos misioneros que, habiéndose encontrado con Jesucristo, transmiten su experiencia con entusiasmo y alegría como parte de su vocación”.

El Directorio –dijo– “nos invita a poner especial atención en los lenguajes y en los gestos de misericordia como formas propositivas y atractivas de ofrecer el mensaje de un Dios que, por amor, se acerca a nosotros y nos invita a la vida plena y abundante”.

PREGUNTA.- ¿Qué opinión le merece el nuevo Directorio para la Catequesis?

RESPUESTA.- Viene a recordarnos que la transmisión de la fe requiere de cada uno de nosotros un ejercicio de renovación y actualización para ser fieles, tanto al Señor que nos ama y ofrece una Buena Nueva, como a las personas con quienes compartir nuestra alegría, reconociendo que el contexto en el que se realiza la Evangelización ha cambiado.

El último Directorio para la Catequesis fue presentado en 1997 y ha pasado casi un cuarto de siglo. Parece poco tiempo, pero, comparado con otras épocas, hemos experimentado diversos acontecimientos que merecen ser tenidos en cuenta para que el mensaje de salvación sea percibido verdaderamente como algo que cambia la vida.

P.- ¿Cuáles son los principales cambios que observa con respecto a los directorios anteriores?

R.- Más que hablar de cambio como ruptura, creo que se da una progresividad y enriquecimiento en la reflexión catequética iniciada en el Vaticano II y desarrollada en los Directorios de 1971 y 1997. La Iglesia ha hecho un camino de discernimiento sinodal con relación a cómo transmitimos la fe a las nuevas generaciones, al papel de la comunidad eclesial, la familia y los abuelos, al protagonismo juvenil, a la centralidad de la Palabra de Dios y la Eucaristía en la vida cotidiana, al compromiso en el cuidado de la casa común, al movimiento migratorio, al uso de la tecnología, al papel de la belleza como camino de encuentro con Dios, etc. Desde un empeño misionero que nos lleva a salir de los caminos conocidos y recorridos, confiados en la fuerza del Espíritu Santo.

Una tarea inmensa con ayuda del Espíritu del Señor y de otras diócesis

P.- De manera práctica, ¿cómo puede ayudar este nuevo directorio a las diócesis?

R.- El Directorio es una guía para la Iglesia Universal, pero debe ser leído, reflexionado y aplicado de manera concreta en las iglesias particulares. Cada Obispo en su diócesis, en colaboración con la Oficina o Secretariado diocesano de Catequesis están invitados a propiciar el conocimiento y estudio del Directorio, haciendo énfasis en aquellos aspectos que pueden dinamizar el proceso catequístico local. El Directorio anima a la elaboración de Directorios diocesanos de catequesis y a la inculturación del Catecismo de la Iglesia Católica.

Pero también hay tareas muy específicas que pueden provocar un discernimiento interesante: cómo garantizar la formación catequética de los seminaristas, cómo desarrollar una formación y acompañamiento de catequistas según el paradigma del catecumenado, cómo convertir las sesiones de catequesis en verdaderos itinerarios que no finalicen en la recepción sacramental, sino en la incorporación gradual en la comunidad eclesial y en el compromiso por mejorar el entorno social y natural; cómo ofrecer a cada persona, en la etapa de la vida que se encuentra, experiencias de encuentro o reencuentro con Jesucristo, de crecimiento en su seguimiento, que acompañen sus necesidades concretas y que no solo se limiten a seguir temáticas establecidas en un programa de estudios, en grupos homogéneos en edad. La tarea es inmensa, pero contamos con la ayuda del Espíritu del Señor y de las otras diócesis.

P.- En términos generales, a partir de la forma en que se desarrolla la Catequesis en México, ¿en qué puede ayudar el nuevo Directorio?

R.- La Iglesia en México, como en otros países de América Latina y el Caribe, ha hecho el esfuerzo de organizar, sistematizar y desarrollar la catequesis con sus aciertos y dificultades. Algunos aspectos señalados por el Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización se aplican muy bien en el proceso de conversión pastoral que la catequesis debe experimentar en todo el continente:

a) Romper el esquema escolar (año escolar, salón de catequesis, maestro/catequista – estudiantes, priorización de contenidos doctrinales y morales, utilización de exámenes y asistencia como criterios de crecimiento, graduación grupal, grupos homogéneos en edad, etc.) para asemejarse más a un itinerario prolongado en tiempo y espacio, personalizado, animado por la comunidad, con un equipo de catequistas, con momentos de discernimiento, incorporación de experiencias litúrgicas, oracionales, de vivencia en la comunidad eclesial, de discernimiento moral, de servicio a los más vulnerables, de aprendizaje doctrinal, etc.

b) Superar la mentalidad sacramental. La catequesis ha estado ligada a la recepción sacramental como meta. Si bien la catequesis acompaña el proceso de recepción de los sacramentos de iniciación no limita su acción a esa dimensión. La vida cristiana implica más facetas que deben ser aprendidas y desarrolladas por lo que la catequesis está llamada a desarrollar una función tanto iniciática como de formación permanente.

c) Dejar atrás la instrumentalización pastoral. En algunas ocasiones, la catequesis se ha considerado el semillero de los grupos infantiles y juveniles, de ahí que, recibidos los sacramentos de iniciación, el proceso de traduce a una incorporación automática a la pastoral infantil o juvenil. Lo mismo puede suceder con las catequesis prematrimoniales en relación con Movimientos pastorales con adultos. El proceso catequístico no debería estar condicionado ni a una recepción sacramental ni a actividades pastorales determinadas. Cada persona recorre su camino de la fe a diferente ritmo y ello debe ser respetado.

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