¿Cómo ha acogido la Amazonía el nuevo libro de Sarah?

Religiosa, Amazonía

Antes de la Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos para la Amazonía (Roma, 6-27 de octubre de 2019), la posibilidad de ordenar sacerdotes a hombres casados idóneos y reconocidos por la comunidad (‘viri probati’) ya se postulaba como uno de los temas más controvertidos, dentro y fuera del aula sinodal. Y así se comprobó en las votaciones del ‘Documento final’, cuando 41 de 169 padres sinodales materializaron su resistencia a esta iniciativa excepcional.



En efecto, el polémico nº 111 fue aprobado, pero recibió el voto negativo más alto de todo el documento, a pesar de los motivos pastorales aducidos en varias ocasiones y defendidos por no pocos participantes del Sínodo: en la Amazonía, a veces pasan meses, incluso años, antes de que un sacerdote pueda regresar a una comunidad para celebrar la Eucaristía.

“Lo que estaba en juego en este Sínodo era la tensión entre la disciplina doctrinal y el ‘sensus fidei’ del Pueblo de Dios”, explica a Vida Nueva el secretario ejecutivo de la Red Eclesial Panamazónica (REPAM), Mauricio López Oropeza. Por eso, el revuelo desatado por la publicación de ‘Desde lo más profundo de nuestros corazones’ (Fayard) es una prueba de que “ahora se está hablando de manera abierta y directa de las tensiones que acompañaron el proceso sinodal”.

Corresponsabilidad

Por su parte, Tania Ávila Meneses, quien fuera auditora del Sínodo, reconoce a este semanario que “la posibilidad de la ordenación de varones casados que ya tienen un cargo de autoridad en la comunidad ayudó a ahondar en la reflexión”, considerando que “cada pueblo tiene un sistema de organización de servicios a la comunidad”, y estos hombres “viven en familia” y podrían asumir “tareas y tiempos concretos que son encomendados por la comunidad”.

“Este modo de servicio, asumido como cuidado, contribuiría a la corresponsabilidad de la vida comunitaria, que podría explorarse como co-cuidado de la vida espiritual de la persona cristiana, co-creando responsabilidad entre laicos y clero que viven y celebran su fe en comunidad”, concluye la teóloga boliviana.

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