Las 6 reflexiones de los obispos de México tras los hechos ocurridos en Torreón

  • A propósito de la tragedia en la que un niño de 11 años asesinó a su maestra y luego se quitó la vida, el Episcopado Mexicano dio a conocer un pronunciamiento basado en dos documentos clave
  • Piden pasar de la de la consternación a la acción propositiva, y consideran que la reflexión y acción conjuntas puedan ayudar al diálogo constructivo sobre ese acontecimiento

A 72 horas de los acontecimientos ocurridos en un centro educativo en Torreón, Coahuila, donde un niño de 11 años asesinó con arma de fuego a su maestra, hirió a seis personas más y se quitó la vida, la Presidencia del Episcopado Mexicano expresó un mensaje de solidaridad con las víctimas y reflexionó sobre este hecho que consternó al país.



El texto, firmado también por varios obispos, entre ellos el Responsable de la Dimensión de Pastoral Educativa y de Cultura, Enrique Díaz Díaz, y el propio obispo de Torreón, Luis Martín Barraza, propone un camino pastoral basado básicamente en seis puntos de reflexión derivados de los documentos: “Educar para una nueva sociedad” y “Que en Cristo nuestra paz, México tenga vida digna”. A continuación, las reflexiones:

  1. La educación es una tarea de todos (…) requiere una alianza social que permita construir una “aldea educativa” en la que cada persona pueda comprender el sentido de su misma persona, el entorno natural y cultural del que participa, así como de las instituciones humanas básicas (…), con el fin de que sepa encontrarse en ellas y las promueva. Es urgente concentrarse en los destinatarios de la educación, que son los niños, niñas, adolescentes y jóvenes.
  2. Educar es una tarea que implica, principalmente, formar de manera integral la vida interior del ser humano: su razón e inteligencia, afectos y pasiones, memoria, imaginación, en una dinámica humana, cercana y solidaria. Por lo tanto, nuestra tarea es recuperar la centralidad de la persona humana en la vida educativa de la familia, la escuela y la sociedad.
  3. Es urgente dedicar los más altos y mejores recursos humanos y materiales a la educación, principalmente en el ambiente familiar, escolar y social. Hoy nuestros niños y jóvenes requieren una alianza educativa entre el mundo académico formal y el no formal, en el que se encuentra el desarrollo del arte, el deporte, el escultismo, la vida religiosa y cultural.
  4. Llamamos a los padres de familia a renovarse en su responsabilidad de ser los primeros educadores de sus hijos, y dialogar en todo momento con las autoridades escolares, con el fin de articular un seguimiento continuo y permanente sobre los contenidos y métodos educativos para respaldarse mutuamente en sus tareas.
  5. A los maestros, protagonistas insustituibles de la educación formal, les expresamos nuestra más alta estima, y les llamamos a renovar su vocación de servicio y de entrega, impulsando esfuerzos de legítima asociación y promoción para responder de mejor manera ante este cambio de época que nos toca vivir.
  6. Como sociedad global, tenemos el gran desafío de construir una humanidad que revierta la cultura de la muerte, con sus múltiples expresiones (corrupción, violencia, consumo, destrucción del planeta, indiferencia, desprecio de la vida humana, entre otras), en una cultura de la vida, el cuidado, la solidaridad y la restauración de las relaciones humanas, el planeta, la democracia y el pleno Estado de Derecho.

Los obispos mexicanos se comprometieron nuevamente a ser una Iglesia que continúe la labor de promover la dignidad humana, a través de la formación de cada persona, atendiendo a su ser que es relación, encuentro y trascendencia.

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