Chiquitanía, fundido a negro

Pasarán unos 200 años para recomponer la Amazonía boliviana afectada por los incendios forestales de estas semanas; más de 500 especies de plantas han sido exterminadas y la incontrolada contaminación por gases de efecto invernadero –como monóxido de carbono y metano– amenaza la salud de poblaciones enteras; todo esto en opinión de los especialistas en materia.

Así de grave es la situación generada por este crimen ecológico perpetrado en la llanuras orientales de Chiquitos, más conocida como Chiquitanía. Aquí, el arzobispo de Santa Cruz, Sergio Gualberti, principal autoridad eclesial de la zona, ha dado un no muy alentador veredicto: “Nuestra Casa Común está herida de muerte, pues cerca de un millón de hectáreas de nuestro bosque amazónico se consumen bajo las llamas del fuego. Los daños son enormes, aunque todavía incalculables, y afectan a la salud humana, a las formas de vida de las comunidades indígenas, a la biodiversidad y a los servicios ambientales”.

La mano del hombre

Por supuesto, en toda esta tragedia hay un responsable directo, a juicio de los prelados: la mano del hombre, acariciada por el Decreto 3973 del 10 de julio de este año, obra del Gobierno de Evo Morales, que autoriza legalmente las quemas controladas y el desmonte para la agricultura. Sobre esto, Gualberti señala que estas medidas son aplicadas sin ningún tipo de articulación “sobre las condiciones y mecanismos para el control efectivo de las mismas; lo cual favorece los chaqueos o quemas ilegales”.

Los prelados califican este decreto de temerario, pues pone en evidencia el desconocimiento real de los fuertes vientos y de la sequía prolongada de esta estación en el oriente boliviano. “Realmente –lamenta el obispo–, nos quedan serias dudas sobre las motivaciones de los últimos asentamientos humanos en la zona amazónica que pretenden convertir zonas forestales en agrícolas sin razones éticas que los avalen”.

La Conferencia Episcopal Boliviana, reunida en Cochabamba junto con los delegados de las comunidades amazónicas durante las jornadas de preparación del Sínodo sobre la Amazonía, ha lanzado su denuncia profética al mundo: “Las consecuencias de este desastre ecológico son múltiples y trágicas porque, en poco tiempo, constataremos la pérdida de biodiversidad, la contaminación de la tierra, del aire y del agua, la peligrosa deforestación y la escasez de medios de subsistencia de sus pobladores”.

Solidaridad eclesial

Por supuesto, la solidaridad no se ha hecho esperar desde la Iglesia. Para ello han iniciado una campaña de recolección de agua, de alimentos no perecederos y de artículos de higiene personal. En este aspecto, Eugenio Cotter, obispo del Vicariato Apostólico de Pando y delegado de la Red Eclesial Panamazónica (REPAM) en el país, ha informado de que “esta campaña de ayuda sigue adelante y la Iglesia de Santa Cruz sigue siendo el punto de referencia y acopio junto con la Cáritas nacional”.

Por su parte, Roberto Flock, obispo de san Ignacio de Velasco, indica que ya han recibido en ayuda económica unos 15.000 bolivianos (2.200 dólares) por parte de la Arquidiócesis de Cochabamba, los cuales se han invertido en combustibles para los bomberos y en la ayuda a otros voluntarios que mueve la Alcaldía de San Ignacio. “Animamos a la población a apoyar las acciones de las autoridades locales, además de ayudar con comida, agua y refrescos para los bomberos”.

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