El silencio atronador de Francisco en el ángelus tras la última tragedia en el Mediterráneo: “Padre, ¿por qué”

  • Recuerda muy emocionado a los 150 migrantes ahogados frente a las costas libias el día 25
  • Antes había pedido que en el Padre Nuestro todos seamos niños y preguntemos “por qué”

Como ha hecho a lo largo de todo julio, el papa Francisco ha interrumpido sus “vacaciones” (su trabajo no cesa apenas nada) para rezar el ángelus dominical con los fieles congregados en San Pedro. Centrada su reflexión en el Evangelio del día (Lc 11, 1-13), Bergoglio ha destacado que “san Lucas narra las circunstancias en las que Jesús enseña el Padre Nuestro a sus discípulos”.

Los seguidores de Jesús, ha precisado el Pontífice, “ya saben cómo orar, recitando las fórmulas de la tradición judía, pero también desean poder vivir la misma ‘calidad’ de la oración de Jesús. Pueden ver que la oración es una dimensión esencial en la vida de su Maestro; de hecho, cada acción importante de Él se caracteriza por pausas prolongadas de oración“.

Saborear su dulzura

Como ha ilutrado el Papa, los discípulos “permanecen fascinados porque ven que Él no ora como los otros maestros de la época, sino que su oración es un vínculo íntimo con el Padre, hasta el punto de que desean participar en estos momentos de unión con Dios, para saborear su dulzura”.

Así, hasta que llega un día en el que “esperan a que Jesús concluya la oración en un lugar apartado, y luego le piden: ‘Señor, enséñanos a orar’. Respondiendo a la pregunta explícita de los discípulos, Jesús no da una definición abstracta de la oración ni enseña una técnica efectiva para orar y ‘obtener’ algo. En su lugar, invita a sus seguidores a experimentar la oración, poniéndolos directamente en comunicación con el Padre, despertando en ellos un anhelo por una relación personal con Él. Aquí está la novedad de la oración cristiana. Es un diálogo entre personas que se aman, un diálogo basado en la confianza, apoyado por la escucha y abierto a la solidaridad. Es un diálogo entre sus hijos y el padre”.

El mejor regalo

Con el don de la oración del Padre Nuestro, estamos ante “uno de los regalos más preciosos que nos dejó el Divino Maestro en su misión terrenal. Después de habernos revelado su misterio de Hijo y hermano, con esta oración, Jesús nos hace penetrar en la paternidad de Dios”. Y es que, para Francisco (improvisando sobre el discurso previsto), Jesús no enseña en esta oración central lo que en definitiva viene a ser “un diálogo entre el hijo y el padre”. Así, cuando “a veces hay distracciones”, siempre “sentimos las ganas de detenernos en la primera palabra: padre”.

“En la enseñanza de la oración dirigida al Padre -ha proseguido-, el evangelista aborda la parábola del hombre importunado que, al sentirse necesitado, llama a la puerta de su amigo incluso a medianoche”. Y en este punto el Papa ha vuelto a improvisar: “Eso hacen los niños de tres años, que preguntan lo que no entienden. Es lo que conocemos como La edad del por qué. Miran al padre y le piden explicaciones: por qué. Este les explica, pero ellos no escuchan todo y ya preguntan por qué. Eso sucede porque Los niños están inseguros y entienden la mitad de toda la explicación. En el fondo, solo quieren atraer la mirada del padre, y por eso se preguntam. Detengámonos en la primera palabra, padre, y Dios nos mirará“.

Un silencio estremecedor

Tras el ángelus, antes de despedirse de los fieles, Bergoglio ha tenido un recuerdo para los 150 migrantes que el pasado 25 de julio murieron al hundirse su embarcacación frente a las costas libias: “Oí con dolor la noticia del dramático naufragio que ocurrió en los últimos días en las aguas del Mediterráneo, donde decenas de migrantes, entre ellos mujeres y niños, perdieron la vida. Renuevo un sincero llamamiento a la comunidad internacional para que actúe con prontitud y decisión, para evitar la repetición de tragedias similares y garantizar la seguridad y la dignidad de todos. Los invito a orar conmigo por las víctimas y sus familias”.

Tras este enunciado más ‘oficial’, el Papa volvió a improvisar por última vez. Esta vez a modo de aldabonazo que impactó a todos los presentes: “Desde el corazón, debemos preguntarnos: Padre, ¿por qué?”. Y, antes de concluir, siguió un largo silencio ciertamente impactante para todos”.

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