Hoy se cumplen cinco siglos de la muerte de Lucrecia Borgia, la mujer más controvertida en la historia de la Iglesia

  • La hija de Rodrigo Borgia, el papa Alejandro VI, fue utilizada por este para sus luchas de poder
  • Su vida estuvo marcada por los rumores, que incluso le achacaron relaciones incestuosas
  • Alejada de su familia en Ferrara, mostró sus dotes de mando y ejerció de mecenas del arte

En el tránsito entre el siglo XV y el XVI nadie se hacía cruces (es un decir) ante el hecho de que un sacerdote tuviera hijos. Tampoco un obispo, un cardenal… o un papa. Fue el caso del gran paradigma de una de las etapas más oscuras de la Iglesia: Alejandro VI, un valenciano que, bautizado como Rodrigo Borja, se acabó imponiendo en su lucha de poder a las familias italianas más adineradas e influyentes de su tiempo, para lo cual no dudó en italianizar su apellido, quedando en la Historia grabado con su legendario nombre: Rodrigo Borgia.

Fruto de su relación con la cortesana Vanozza Cattanei, Alejandro VI tuvo cuatro hijos: César, Juan, Jofré y Lucrecia, nacida en 1480. A todos ellos los utilizó en sus intrigas palaciegas y en la búsqueda de alianzas con las dinastías más poderosas de su tiempo. Si César fue su espada, su guerrero, Lucrecia, la única mujer, fue entregada sin ambages a la política desde el lecho y el altar.

Un sinfín de rumores

Aunque hay mil y un rumores sobre su vida (los más oscuros hablan de relaciones incestuosas con su padre y hermano), entre los pocos datos certeros sobre ella está que fue obligada a casarse tres veces: la primera, con Giovanni Sforza (a quien, cuando dejó de ser útil a Rodrigo Borgia, le obligó a reconocer su impotencia para declarar nulo el matrimonio); la segunda, con Alfonso de Aragón (que tuvo que aceptar que hubiera dado a luz a un hijo mientras se encontraba en un convento y del que la leyenda cuenta que fue asesinado por César); y, la última, con Alfonso d’Este, príncipe de Ferrara.

Significativamente, con su tercer esposo, Lucrecia vivió su etapa más feliz. Alejada al fin de su familia, demostró muchas veces sus dotes de mando (cuando Alfonso estaba fuera y ella ejercía de regente), fue una gran mecenas del arte (Tiziano alabó muchas veces su gusto y la tuvo por musa) y tuvo varios hijos. Precisamente, tras contraer unas fiebres al dar a luz al últimos de ellos, un 24 de junio de 1519, murió y fue enterrada en el monasterio del Corpus Domini de Ferrara. Apenas tenía 39 años. Sus habitantes la lloraron y la despidieron con el apelativo de “la buena duquesa”.

Inspiradora de los grandes autores

El misterio que siempre rodeó a Lucrecia Borgia (para unos, una arpía que podía llegar a envenenar a quien se entrometiera en su camino; para otros, la víctima de una familia cegada por el afán de poder y que demostró su valía al alejarse de ella) ha motivado a gigantes de la literatura como Víctor Hugo, Alejandro Dumas, Mario Puzo o Alejandro Jodorowsky a convertirla en el centro de su fantasía.

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