Francisco comienza la segunda jornada en Bulgaria con una visita privada a un hogar de refugiados de Siria e Irak

El papa Francisco, en un campo de Refugiados de Sofía, en Bulgaria

La segunda jornada del papa Francisco en Bulgaria, este lunes 6 de mayo, comenzó temprano, a las 07:30 horas, y con una visita privada. Antes de que se subiera al helicóptero a las 8:30 horas para dirigirse a Rakovsky, el Pontífice visitó el hogar de refugiados de Vrazdebna, en Sofía. Una antigua escuela reconvertida en lugar de acogida para quienes, sobre todo provenientes de Siria e Irak, llegan a Bulgaria huyendo de las condiciones de sus países de origen. El centro fue inaugurado en 2013 y es el tercer campo de refugiados de la capital.

Allí Francisco, sin transmisión televisiva en directo, saludó a unas 50 personas –en su mayoría niños de entre 6 y 10 años, que le entregaron sus dibujos– procedentes de estos castigados países orientales. Además, uno de los voluntarios de Cáritas que atiende el complejo le ha relatado su experiencia. Podemos decir, casi, que Francisco con esta visita vuelve a sus orígenes, ya que su primer viaje como Papa el 8 de julio de 2013 fue a la isla italiana de Lampedusa.

Como ha relatado el director interino de la Oficina de Prensa del Vaticano, Alessandro Gisotti, el Papa les ha dirigido unas breves palabras. “Hoy en día, el mundo de los migrantes y los refugiados es una cruz, una cruz de la humanidad, y la cruz de tanta gente que sufre”, ha remarcado.

Política de puertas cerradas

Lampedusa, como Bulgaria, es puerta de entrada para quienes desde Siria o Irak huyen hacia Europa. Lo que pasa es que esa puerta no es tan acogedora como parece. Tanto Siria como Irak tiene frontera directa con Turquía y desde ahí quienes salen del país van hacia Bulgaria a través de los 269 km. de frontera con la que se accede a uno de los países más pobres de la Unión.

Una línea fronteriza que, desde junio de 2016, cuenta con una barrera metálica, coronada con una serie de cuchillas, de 146 km para reducir al máximo este flujo migratorio. Esta barrera empezó siendo un proyecto inicial solo para 30 km.

Para los dirigentes búlgaros, la alambrada ha reducido hasta 7 veces el tráfico de inmigrantes y por eso los centros creados para la acogida de estos están, a día de hoy, al 10% de ocupación. El de Vrazdebna, uno de los tres centros existentes en la capital búlgara, cuenta con 130 ocupantes, frente a las 370 personas para las que tiene capacidad.

Cáritas, Cruz Roja y otras oenegé locales hacen posible que en el centro haya una acción integral. Todo ello, a pesar de que los políticos búlgaros han alentado de forma continuadas medidas como la frontera turca o han rechazado firmar el Pacto Migratorio de Naciones Unidas. Además, los 500 km. con frontera griega están en el punto de mira para una nueva alambrada.

De Lampedusa a Lesbos

Esta visita de Francisco dejará al descubierto las contradicciones en política migratoria de este país y de la propia Unión Europea. El mensaje de “acoger, proteger, promover e integrar a los emigrantes y refugiados” del Pontífice ha sonado ahora en esta periferia de Europa como lo ha hecho en la isla griega de Lesbos en 2016. En el campo de refugiados de Moria, Francisco rezó por las víctimas: “Despiértanos del sopor de la indiferencia, abre nuestros ojos a sus sufrimientos y líbranos de la insensibilidad, fruto del bienestar mundano y del encerrarnos en nosotros mismos”.

Francisco, además, ha potenciado de forma decisiva la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado. Además de publicar el mensaje preceptivo, el Papa ha presidido una Misa en la Basílica de San Pedro. En la última edición, el 14 de enero, el Pontífice defendió que “el verdadero encuentro con el otro no se limita a la acogida sino que nos involucra a todos en las otras tres acciones: proteger, promover e integrar”, aludiendo a la estrategia que se convirtió en el núcleo del mensaje de la jornada.

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