Tribuna

Llamados a la conversión permanente

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El proceso sinodal nos sigue convocando a caminar juntos por una Iglesia sinodal: comunión, participación, misión.

Es una alegría saber que, en efecto, estamos caminando juntos, como ya lo hemos hecho en la etapa diocesana, cuando se realizó un amplio ejercicio de escucha para recoger diversas contribuciones, a fin de ofrecer una síntesis nacional de todas las voces de la Iglesia. Estas síntesis han dado lugar al Documento de trabajo para la etapa continental que estamos transitando, un referente que nos ayuda a avanzar en el discernimiento, a partir de los sustantivos aportes del Pueblo de Dios.



Ante los grandes retos que nos interpelan como Iglesia Pueblo de Dios, llamada a la conversión permanente, resuena en nuestros corazones la invitación del profeta Isaías: “Ensancha el espacio de tu tienda” (Is 54,2). Es una invitación a la esperanza, pues como Iglesia debemos abrirnos para dar espacio a todos aquellos miembros que han sido relegados o excluidos. Al mismo tiempo, soñamos con una Iglesia que sea capaz de incluir e integrar los grandes desafíos socioambientales, de la pobreza, del mundo de las migraciones, del diálogo ecuménico, del diálogo interreligioso, del papel de la mujer y su espacio en la toma de decisiones, y del protagonismo de los laicos y laicas en general. Reconocemos que tenemos necesidad de acercarnos cada vez más al Pueblo de Dios para hacerlo parte de este camino que se teje en común y en torno al seguimiento de Cristo, para el anuncio del Evangelio en el corazón del mundo de hoy.

El sínodo de la sinodalidad comienza en octubre

Al tomar la síntesis universal para devolverla a nivel continental y discernir a qué nos llama el Señor en esta fase, a la luz de la realidad continental, queremos focalizarnos en tres elementos clave:

  • primero, qué ecos y qué movimientos internos produce la lectura de la síntesis en clave de discernimiento;
  • segundo, cuáles son las tensiones o los aspectos que pueden ser problemáticos o faltantes;
  • y tercero, cuáles son los posibles horizontes que se van abriendo, es decir, hacia dónde percibimos que el espíritu, desde la mirada de nuestro continente, nos está llamando.

La participación del Pueblo de Dios sigue siendo fundamental en esta fase continental. Esperamos que sus aportes al discernimiento lleguen a las cuatro asambleas regionales que celebraremos entre febrero y marzo de 2023, donde esperamos contar con una significativa participación de aproximadamente 500 hermanos y hermanas de las distintas latitudes, vocaciones y experiencias de discipulado-misionero. ¡Sigamos caminando juntos!

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