Tribuna

El liderazgo en la Vida Consagrada: hondura espiritual

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“Este es el que ama a sus hermanos, el que ora mucho por su pueblo. Este es el que ama a sus hermanos, el que entregó su vida por sus hermanos”.



La liturgia de las vísperas del común de Pastores se inspira en las palabras de 2 Macabeos 15,14. Las he leído muchas veces y nunca dejan de sorprenderme: el amor del pastor –del líder– se traduce en mucha oración. Esto me invita a pensar en un liderazgo con hondura espiritual que tenga en su horizonte el amor a los hermanos y hermanas, y que busque el tiempo para nombrar a cada uno ante el Padre, como lo haría Jesús: “Que no pierda ni uno de los que él me ha dado” (Jn. 6,39).

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En el “mucho” de la oración percibo una llamada a invertir tiempo en aprender a escuchar la Palabra de Dios en la oración, a dejarse confrontar y guiar por ella; también a escuchar la Palabra compartida por cada hermano o hermana en el momento vital que está atravesando. La oración por el propio “pueblo” implica reconocer que uno es parte del mismo y que, por lo tanto, siente como suyas sus aspiraciones, sus necesidades, sus dolores, sus esperanzas y sus alegrías.

Liderazgo pascual

El pastor ama a sus hermanos entregando su vida. Esta disposición interior del líder según el Evangelio de entregar la vida por los hermanos y hermanas es un don y una gracia que estamos llamados a pedir. Ser líderes según el corazón de Cristo nos lleva a aceptar un liderazgo pascual que supondrá abrazar su cruz y compartir su soledad en ocasiones, pero desde la esperanza del que sabe que la Vida tiene la última palabra y de que ese camino lo recorre “por Cristo, con Él y en Él”.


*Superiora general de las Religiosas de la Pureza de María

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