Pliego
Portadilla del Pliego, nº 3.389
Nº 3.389

Canastas de viaje para este Adviento 2024

Las señales resultan apocalípticas. El devenir de las relaciones sociales, internacionales y con el planeta parece encaminarse hacia catástrofes que los poderosos se niegan a detener. Se acrecienta la brecha entre los más ricos y los más desamparados, así como el cinismo con que se profesa la “libertad” de destruirnos unos a otros.



La capacidad lúdica se torna apuesta; la creatividad se orienta al consumo para mayor enriquecimiento de los de siempre; el desarrollo científico inventa armas de letalidad biológica, espiritual y emocional, así como estrategias comunicacionales de creciente aletargamiento de las singularidades. El neoliberalismo está acabado y nos arrastra con él a la debacle. En este sombrío escenario, alumbra el Adviento: esa decisión eternamente repetida de abrazar la humanidad, encarnándose en sus vulnerabilidades.

Hace décadas, en alguna de las crisis económico-sociales a las que los argentinos estamos cíclicamente acostumbrados, Raúl Perrupato, sacerdote referente de mi barrio y mi ciudad, puso en circulación una frase para este tiempo litúrgico: “Llora un pueblo. Dios responde: Navidad”. Urge creer en la potencia de ese pacto, que espera de nuestro compromiso.

Abrir paso a la Vida Nueva

Hemos creído ciegamente en la supervivencia del más apto, la competencia como progreso, la adaptación a cualquier precio, la superioridad de la especie por encima de todo lo creado y de unas razas sobre otras; redundaría decir a dónde nos ha llevado. Cuando tanto de lo que profesábamos sobre nosotros mismos se ha desvanecido, ¿cómo recrear una cultura en la cual los rasgos distintivos de lo humano se sostengan y profundicen, para abrirle paso a esa Vida Nueva? Y, en tal caso, ¿cuál sería el nodo de lo humano, en el imperio de las tecnologías y los desarrollos posorgánicos?

Vela Adviento 1

En ‘La teoría de la bolsa como origen de la ficción’, Úrsula K. Leguin comparte que, en el inicio de la cultura, fue fundamental la fabricación de sacos contenedores. Canastas para semillas y frutos, morrales de herramientas, redes de arrastre, sujetadores de bebés, bolsos de medicinas y tantas otras concavidades han sido más centrales e incluso más antiguas que las lanzas y garrotes de la dominación.

La tarea primordial

Involucrada con las mujeres y varones de aquellas primeras eras, interrogándome acerca de qué implica ser humanos, sospecho que la tarea primordial podría ser, una vez más, sostener la vida y acompañar su despliegue. Frente a las crónicas de héroes, batallas, matanzas, Úrsula propone volver a narrar leyendas de “debiluchos y torpes, y pequeños granos de cosas más pequeñas que una semilla de mostaza”. Cuentos de redes, bolsas, pozos que acogen semillas. Huecos donde la vida surge, es cobijada, se nutre, toma fuerzas y se despliega aun rodeada de arideces. ¿Podemos hoy entramar albergues mínimos, en los cuales el Sol de lo Alto se sienta recibido?

Cuenta la historia que fue en una de esas oquedades, el vientre de una joven, donde sucedió el milagro. Una muchacha desconcertada frente a la dimensión de lo que se le propuso; la imagino abrumada, con la respiración agitada, el aliento suspendido, como en esas ocasiones en las que intuimos el misterio que nos habita y no comprendemos cómo responder a él. Seguramente hayamos experimentado alguno de esos momentos cumbre en que la inmensidad estalla en la temporalidad, arrebata la conciencia y se instala brevemente pidiendo réplica; probablemente conozcamos el escozor, la urgencia, el titubeo y el ahogo.

Crear posada

En esas instancias, desde nuestras pobres fuerzas, nos sorprendemos capaces de acunar inéditos, o mejor, de dejarnos gestar y parir por la novedad indescriptible. Niña atrevida, María, lanzándose al ‘sí’ pese a las perspectivas de rechazo y mala mirada de vecinos y parientes; y a convencer al novio acerca de su decencia, desafío cumplido gracias a los abismos soñadores de José. Pareja de campesinos, artesanos tejiendo su vida como un manto en el cual lo eterno se colaba cual hebra predominante. Creando posada, desde la precariedad, para la abundancia que los acechaba.

Lucas puntualiza que la prima Isabel se mantuvo oculta durante los primeros cinco meses de gestación (cf. Lc 1, 24). ¿Qué lleva a una pareja bendecida de tal modo a esconder la progresión del vientre? Acaso, como en todo leudado, se demande calma, oxigenación, alimento y humedades adecuadas, en lugar de las ansiedades de vecinos y parientes. Ambiente que sostenga la incertidumbre, creando las condiciones para el cumplimiento de la promesa. Un padre enmudecido por el asombro, palabra oxidada, interrumpida: ¿cómo se nombra el estallido vital, cuando las esperanzas parecen perdidas?

Hacer silencio

En períodos de honda desazón como el que estamos transitando, se hace menester hacer silencio, en un ambiente oscuro, para sostener las preguntas y contemplar la terquedad con que la vida se abre paso sin amilanarse. Frente al agobio del sinsentido, es preciso suspender las respuestas automáticas y propiciar el regazo adecuado, acallar palabras y acciones para dejarnos resonar en la Voz; para que la Palabra encarne y su potencia irrenunciable empuje el movimiento.

Adviento Maria Jose

María descubre la necesidad de su prima y, fiel a su arrojo, sale sin demora a acompañarla. La anciana –según los parámetros de la época, claro, posiblemente rondase los 50 o 55 años, edad del climaterio– se halla recibiendo a su unigénito. Arriba la niña y, en ese apretón, estallan las palabras. Se ungen mutuamente como soportes del misterio; se anticipan recreadoras de comunidad.

Ayer y hoy, los niños irrumpen en tierras áridas; vislumbro allí la ronda, cohorte de comadres procurando algún remedio, en la llegada a un mundo hostil. Cuántas mujeres hoy se reconocen unas a otras como baluartes, sanadoras, perplejas parteras de lo nuevo; mujeres que, en pleno desconcierto, siguen apostando por el cuidado. La fragilidad inicial requiere especialmente canastas de amparo, canciones entrelazadas que desafíen las intemperies. (…)

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Índice del Pliego

EN LO PEQUEÑO HABITA TANTA INMENSIDAD

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SUBJETIVIDADES EN CRUCE

… Y ENTRAMADOS DE SABIDURÍAS

A MODO DE RECOGIDA

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