Cardenal Cristóbal López Romero
Cardenal arzobispo de Rabat

Un iceberg de santidad


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El día de la Inmaculada de hace cinco años fueron beatificados en Orán (Argelia) monseñor Pierre Claverie y otros 18 religiosos y religiosas mártires, asesinados entre los años 1994 y 1996.



Con motivo de este aniversario, la Universidad Pontificia Comillas celebró en Madrid (30 de noviembre-1 de diciembre) un coloquio titulado ‘Hospitalidad y santidad de la puerta de al lado’.

Una veintena de intervenciones, lógicamente todas en relación a este grupo de mártires o a algunos de ellos en particular, abordaron el tema desde las más variadas perspectivas: la historia, el arte musical, la teología, la vida religiosa y espiritual, la poesía y la literatura, el teatro, la mística, el monacato, etc. Entre todos los intervinientes trenzaron un abanico riquísimo y pleno de sugerencias para nuestra vida de hoy día, casi 30 años después de su martirio.

Fueron impactantes, sobre todo, los testimonios vivos y directos. El de una religiosa víctima del mismo atentado que una de las mártires, pero que sobrevivió. Otra que se libró porque caminaba apenas 50 metros detrás de las dos agustinas misioneras leonesas que fueron abatidas por disparos a bocajarro, y que recogió sus cuerpos ya sin vida. Bastantes de los presentes habían convivido con los mártires, y algunos participaron en el discernimiento que les llevó a todos a permanecer en Argelia a pesar del peligro y las amenazas que, desgraciadamente, se cumplieron.

Ejemplo y estímulo

Varias cosas llaman la atención. Una, que todos decidieron quedarse libremente, no sin hesitaciones, pero con toda lucidez, sabiendo a qué se exponían. Otra, que se apoyaban en la convicción de que nadie podía quitarles la vida, porque ya la habían dado. Tercera, el motivo de su decisión: el amor al pueblo argelino, la solidaridad con las personas que les habían acogido, con una hospitalidad mutua en la que cada uno acoge y es acogido.

En el ejercicio de esta hospitalidad profunda y religiosa, se forjó esa santidad de la puerta de al lado, la santidad de lo cotidiano, la santidad ordinaria, la que no se ve ni se nota, ni llama la atención. En el caso de estos 19 mártires argelinos, esa santidad salió a flote y se nos ofrece como ejemplo y estímulo para todos, pero son millones los santos que viven como ellos vivieron, aunque no mueran como ellos murieron. Ellos son la minúscula parte visible del gigantesco iceberg de la santidad, la de la puerta de al lado.

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