Raúl Molina
Profesor, padre de familia y miembro de CEMI

Sin darnos cuenta, la lluvia


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“Ocho de la mañana. Cincuenta y cinco minutos. Cambio de clase. Cincuenta y cinco minutos. Horario. Recreo. Comedor. Complementarias sí o no. Otro día más. Trabajo para casa. Tareas para los niños. Examen. Hago examen. Corrijo examen. Entrega de programaciones. Cierre de evaluación. Preparar fiesta. Claustro. Reunión de departamento. Sábado de formación. Más deberes para el niño. Otra clase. Jornada escolar número uno. Una sustitución. Jornada escolar número dos. No llego al temario. Preparo clases. Prueba externa. Vídeo para colgar. Granja escuela. Tres días. Olimpiadas. Madrugón. Hoy como a la una. Hoy sándwich en la reunión. Hoy como a las tres. Hace tres semanas que no cuelgo nada en el blog. Hace tres semanas que no salgo a tomar un vino relajado con mi mujer. Otro proyecto. Semana cultural. ¿Qué ha dicho el equipo directivo que tenemos que hacer? Salida de padres. Otro sábado de formación. Compro a domicilio. El ordenador se me cuelga. Todo al portfolio de centro. ¿Para cuándo? Imposible. Memoria. Más memoria. Retos mensuales. Objetivos trimestrales. Planes trianuales. Actividades complementarias. El director está agobiado. Cara de perro. Mi compañero parece que no tiene otra cosa que hacer. No llego. No llego. Pago para que me limpien la casa. Pago para que me cuiden los niños. Pago para que me planchen la ropa. No llego. No pienso. No rezo. Quiero rezar, me levanto a las seis de la mañana. Quiero correr, me levanto a las cinco de la mañana. Quiero pasar la tarde con mis hijos, corrijo hasta las dos de la mañana. Fin de evaluación. Sesiones. Una por clase. Papeles. Movida en la tutoría. Un padre. Una madre. Un alumno. El que le agredió. Final de trimestre. Concurso de canción. Concurso de ideas. Concurso de experiencias escolares. Lo relacional hay que cuidarlo. Lo pastoral hay que quererlo. Lo pedagógico hay que bordarlo. No me aguanto. Mi mujer no me aguanta. Mis hijos… ¿quién los lleva? Tic, tac. Tic, tac. Dios mío, ven en mi auxilio aunque no sepa para qué”. De ‘La escuela desconcertada’.



Sin darnos cuenta, la lluvia llega y noviembre nos regala su frío, su humedad y sus noches largas. Sin darnos cuenta, la lluvia llega y noviembre nos regala su cansancio, el ritmo agotador del aula, el ruido molesto en los pasillos, las tensiones con compañeros, el exceso de trabajo. Sin darnos cuenta los cristales se empañan y las gotas de agua resbalan sobre ellos deformando el paisaje. Sin darnos cuenta el peso de las ocupaciones cotidianas nubla nuestra mirada y ese horizonte ilusionante que supone saber lo que nuestro trabajo, nuestra ternura y nuestro cuidado aporta a los chavales se desdibuja y nos cuesta creer lo mucho que se construye en nuestro colegio. “Buscad sobre todo el reino de Dios y su justicia; y todo esto se os dará por añadidura” (Mt 6,33).

De vez en cuando, conviene pasar un paño seco por el vidrio de nuestros ventanales. De vez en cuando conviene sacudirse el polvo.