Cómo saber si Trump realmente está dispuesto a ayudar a los cristianos del Oriente Medio


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Cuando el vicepresidente Michael Pence dijo el pasado miércoles 25 de octubre que el presidente Trump había ordenado al Gobierno estadounidense ignorar los programas de la ONU para ayudar él mismo a los cristianos víctimas del genocidio del ISIS en Irak y Siria, subvencionando a grupos de iglesia local, sonó como música para los oídos de los obispos de Oriente Medio y entidades privadas occidentales, muchas católicass, que llevan trabajando para ayudarles.

Por todo Oriente Medio los cristianos obligados a huir del ISIS no se refugian en los grandes campos de refugiados de la ONU o de las ONG, pues temen que los militantes islámicos les ataquen allí también. Incluso hay un “déficit de confianza” con respecto a la convivencia con los musulmanes, puesto que muchos cristianos han visto cómo sus vecinos musulmanes de Siria o Irak saqueaban sus casas y tiendas o les atacaban verbalmente una vez empezó la lucha.

Como resultado, la mayoría de los cristianos desplazados son dependientes de la Iglesia.

niña siria esperando ayuda en un hospital

Refugiados dependientes de la Iglesia

Mi colega de Crux, Inés San Martín, y yo mismo fuimos recientemente a Zahlé (Líbano), uno de los bastiones cristianos y pudimos ver con nuestros propios ojos la vida de los refugiados cristianos sirios.

Viven en apartamentos diminutos y casi desnudos provistos por la archidiócesis greco-melkita, comen en el comedor benéfico de la archidiócesis, la escuela la sufraga la archidiócesis y van al médico a las instalaciones de la Iglesia. Cuando necesitan dinero, medicinas, ropa u otras necesidades básicas, acuden a un trabajador social de la archidiócesis.

Como nos decía uns refugiada, sin la Iglesia, su familia estaría llorando “lágrimas de sangre”. Si la ayuda humanitaria no fluye a través de estas iglesias locales, entonces no llegará a la gente a la que se destina.

¿Podrá Trump hacerlo a tiempo?

Sobre esto, un experto en persecución a los cristianos me dijo, tras el anuncio de Pence en una cena promovida por “Defensa de los Cristianos”, que “esto es, con mucho, lo más positivo que esta administración ha dicho”, en lo que a su capacidad para hacer las cosas de otra manera se refiere.

No obstante, añadió una dosis de precaución que cualquiera familiarizado con la situación comparte: “Suena muy bien. La cuestión es: ¿llegará a pasar?”.

La cuestión no es solo que la Administración Trump tiene cierta experiencia en hacer anuncios audaces y luego no hacer nada, sino que los cristianos de Oriente Medio no tienen seis o diez meses para esperar a que esta política se ponga en marcha: necesitan ayuda, y la necesitan ya.

En lugares como Kurdistán, Jordania o Líbano, así como en las zonas seguras de Irak y Siria, la capacidad de las iglesias locales para responder se ha puesto al límite de manera extraordinaria, y grupos internacionales como los Caballeros de Colón, Ayuda a la Iglesia Necesitada o la Asociación Católica para Ayuda a Oriente Próximo (CNEWA) están también al límite.

Ahora estamos en la antesala del invierno en Oriente Medio, donde las temperaturas bajan y los costes de la calefacción suben, y las oportunidades para el trabajo se reducen. San Martín y yo hablamos con una madre con tres niños cuyo pueblo a las afueras de Alepo fue destruido y vive en Zahlé. Su factura de la calefacción se duplica en invierno y no tiene ni idea de cómo la va a pagar este año.

Al norte del Líbano, otra madre de familia cristiana comentó lo mismo y añadió que ocasionalmente sus vecinos la ayudan, pero ahora el pueblo está exhausto.

La cruda realidad es que sin nuevas fuentes de ayuda, y pronto, los cristianos desplazados y refugiados del Oriente medio no sobrevivirán a los próximos seis meses.

Ciertamente, la firmeza de la declaración de Pence, junto con otras señales recientes de la Administración, hacen suponer que están dispuestos a hacer algo. Pero ¿qué sería este algo? Muchos expertos dicen que hay que tomar las siguientes medidas:

  • Primero, la Casa Blanca debe emitir un memorándum detallando precisamente lo que significa la nueva política de financiación de grupos de Iglesia para no dar pie a malentendidos.
  • Segundo, necesita crear un puesto de “coordinador entre agencias” para aliviar los esfuerzos y beneficiar a las víctimas, alguien que pueda unir a todos los actores del proceso, para desatascar los fondos, asegurarse de que llegan a sus destinatarios y a los servicios a los que van destinados.

Si estas dos medidas se toman rápido, es decir, en los próximos días, los expertos dicen que entonces sabremos que esto va en serio.

En otros ámbitos de la vida, se dice que “la velocidad mata”. Cuando de cristianos perseguidos se trata, la velocidad no es el enemigo, lo son la división y el retraso, defectos estos habituales en Washington. Veremos si, esta vez, y contra todo pronóstico, esas tendencias se limitan lo suficiente para marcar la diferencia.