Rixio Portillo
Profesor e investigador de la Universidad de Monterrey

Respeto, un acto radical de humanidad


Compartir

Dentro de las discusiones sociales, y en entornos digitales, está el asunto del respeto, que muchas veces es reducido a la aceptación del comentario ajeno sin hacer juicios, presunciones, o que derive en insultos, comprendido a este último como un antónimo.



Pero la raíz etimológica de la palabra respeto dice otra cosa, comprende otra actitud mucho más compleja, profunda y difícil que no implica únicamente la irremediable tolerancia de algo con lo que no se está de acuerdo.

La raíz latina de respeto (respectus) deriva del prefijo re, es decir, repetir, volverlo hacer, hacerlo de nuevo, derivando en una actitud que necesariamente tiene que ser ejercitada y REpetida. La segunda parte viene del término latino spectrum – specere: ‘aparición’, que es fruto del mirar, en una acción que no es solo moral — en términos de comportamiento — sino que exige un esfuerzo físico, sensorial, cognitivo, porque incluye la vista.

El respeto entonces no es tolerar, no es soportar, no es aguantar, ni siquiera tiene que ver algo con la cortesía y la etiqueta del comportamiento, sino mirar, volver a ver, ofrecer algo propio y valioso, es decir, la atención.

Mirada

El respeto nos incluye a todos

El respeto a la persona humana, en rescate siempre necesario de la dignidad, pues como se ha repetido varias veces en este espacio la célebre frase de Edgar Morin, “solo lo humano puede deshumanizarse”, por lo que siempre es necesario re-mirar lo humano en el otro y considerarlo como inalienable.

El respeto en la familia, pero no en la presentación de sumisión sino en re-mirarla desde el fundamento social, como el ejercicio ideal, único, insustituible de la sociabilidad desde el orden natural. La especie humana no tiene otro referente al respecto; toda familia merece y debe vivir el respeto.

El respeto social — por ejemplo — en las relaciones interpersonales, en el que el otro desde lo humano merece el reconocimiento primordial, como otro, como igual. En la enseñanza social de la Iglesia, el primer acto de justicia es reconocer al otro como humano, comprendiendo que la justicia como virtud cardinal es darle a cada uno lo que le corresponde, y nadie puede dejar de corresponder a ese llamado de ver lo humano en lo humano.

El respeto como ejercicio común

El respeto en las redes sociales, ambientes impregnados de conflictividad, de discusiones estériles, de enfrentamientos que, si fuesen físicos, sería peor que las guerras cotidianas. Es que en la vida real no es posible marcar a alguien como block y spam. La burbuja digital es solo eso, digital, no física.

El respeto de los políticos hacia los ciudadanos, que exige re-mirar y no reutilizar, ni re manipular para sacar provecho. La sana política exige respeto, si re-mirar sobre todo a los que se oponen al partido, al proyecto político o a las ideas.

El respeto no se exige irrespetando, nadie puede pedir atención haciéndose el miope frente al otro, pues el respeto, la mirada, la convivencia exige la alteridad, al otro, y en términos del papa Francisco bajo los ideales de la fraternidad y la amistad social. En síntesis, no se puede exigir lo que no se da.

Respeto algo tan simple y necesario, tan cotidiano y extraordinario, tan humano y tantas veces no asumido por los humanos. Y como ya vienen las vacaciones habrá que encargar tarea; ¿y si comenzamos respetando (re-mirando) al que tenemos al lado?


Por Rixio G. Portillo R. Profesor de la Universidad de Monterrey.

Imagen: PixaBay.