Fernando Vidal
Director de la Cátedra Amoris Laetitia

Recuperar el espíritu


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La paz, las amistades y la belleza del verano nos permiten siempre reconectar con nuestro espíritu. Independientemente de acepciones religiosas, el espíritu continúa siendo una noción útil para describir el fenómeno humano y colectivo desde una reflexión social y científica. Deberíamos recobrar la idea de espíritu, porque el mayor problema de nuestro siglo es espiritual.



Dicho de un modo simple, el espíritu de alguien es su singularidad, cómo se entrega libremente al tiempo y su modo de vincularse con todas las cosas.

  • El primer componente es aquello que hace única a la persona a lo largo de su vida.
  • El segundo elemento es la disposición con que viajamos en la vida, el ánimo, la libertad, la entrega, el modo de arrostrar futuro y pasado.
  • El tercero es el modo de relación primaria que tenemos con todas las cosas, el cosmos, uno mismo, los demás, Dios…

La idea de espíritu es urgente, pero no como un modo de integrar a las personas que tienen creencias religiosas, sino porque es un punto de partida que trasciende las hojas caducas en que nos envolvemos. Convoca, renueva y repara desde el seno más profundo de cada persona y cada sociedad.

Frente a los estereotipos, emerge lo singular. Más allá del conjunto de relaciones tóxicas y deshumanizadas, reflota un modo de vinculación mucho más profundo y benéfico. A pesar de una vida placada e interrumpida, la persona vuelve a tomar el timón e hinchar sus velas.

El único viajero

El espíritu es el viajero único, libre y entregado que constituye lo más interior de cada persona. Lo que es, lo que ama, lo que espera. Nuestro mundo afronta desafíos de tal envergadura que necesitamos renovar el propio modo como comprendemos al ser humano y la fraternidad. Sin duda, necesitamos unirnos todos en un foro más profundo, y necesitamos el sol del verano para contemplarlo así.

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