Teresa García, responsable de Difusión de la HOAC
Responsable de Difusión de la HOAC

Que la igualdad se haga costumbre


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Me gustaría empezar este texto recordando el 8 de marzo de 1875, cuando tuvo lugar la primera gran manifestación pública de mujeres obreras textiles en la ciudad de Nueva York, donde, según algunos historiadores, murieron 129 mujeres trabajadoras de una fábrica porque su dueño las encerró para que no se unieran a esa movilización.



Una fecha que fue posteriormente referencia para posteriores movilizaciones que tenían como objetivo la defensa de los derechos de las trabajadoras.

Toda esta historia de persecuciones y de lucha nos hace tomar conciencia de un mismo denominador en el ámbito de las relaciones de trabajo: recibían bajos salarios, trabajaban largas horas. No tenían derechos, ni protección laboral… por el hecho de ser mujeres.

El 8 de marzo de 2021 seguimos reivindicando unos derechos que nos pertenecen, por justicia por igualdad laboral y social: todas las personas somos hijas de un mismo Dios, pero no todas recibimos de la sociedad el mismo trato.

Quisiera subrayar dos realidades dolientes muy claras y significativas que en este año pandémico se hacen visibles en la mayoría de las reivindicaciones y ponen en evidencia, por un lado la realidad de explotación que sufren de manera lacerante las mujeres y, otro, la aspiración a la igualdad.

La esclavitud del siglo XXI

La trata de seres humanos, la esclavitud del siglo XXI. En 2019, la trata laboral superó por primera vez a la sexual en nuestro país, y cerca del 95% de las víctimas, en este último caso, son mujeres y niñas. Mujeres traídas bajo las promesas de un trabajo que dignificará sus vidas y las de sus familias y acaban siendo víctimas de situaciones de esclavitud y de amenazas continuas de muerte para ellas y sus familiares.

El papa Francisco no dudó en afirmar también que la trata ha dañado seriamente a la humanidad “constituye una violación injustificable a la libertad y a la dignidad de las víctimas”, que son dimensiones “constitutivas del ser humano querido y creado por Dios”. Por esto se la debe considerar “un crimen contra la humanidad” (Conferencia internacional dedicada a la implementación de las Orientaciones Pastorales sobre la Trata de Personas).

Revuelta de mujeres en la Iglesia

La “Revuelta de mujeres en la Iglesia”, una reivindicación que un año más hace visible la discriminación por razones de género que la mayoría de sectores de la Iglesia acepta como natural. Se están dando pequeños pasos, a todas luces insuficientes, pues esta situación necesita de un cambio estructural que permita la implicación de laicos y laicas por igual en responsabilidad y participación. Por eso mismo, apoyo, desde este blog el lema ‘Hasta que la igualdad se haga costumbre’, también en la Iglesia. En ese sentido, comparto plenamente las palabra de Dolores Aleixandre cuando dice que “la mujer tiene derecho a articular la sabiduría de la fe desde su situación de empobrecida y desde su condición de oprimida. Más aún, tiene derecho a anticipar nuevas formas de comunión y de solidaridad desde su modo peculiar de recibir la revelación”.

Algunas participantes de la protesta, durante el gesto sobre las mujeres silenciadas/ATE

Estas dos realidades, muy distintas entre sí, implican grandes cambios de actitud por parte de la ciudadanía y de la actuación de nuestras instituciones. En relación a la trata, son necesarias leyes que protejan a los colectivos más desfavorecidos ante el sistema económico capitalista y patriarcal que explota y que “mata”.

Y son necesarias acciones concretas y urgentes en la Iglesia que dejen claro la igualdad y la sagrada dignidad de las mujeres como hijas hechas a semejanza del Dios amoroso y materno. Nuestros obispos en España y la Iglesia universal, de la mano del papa Francisco, tienen que avanzar en este desafío ineludible que transforme nuestra Iglesia en relación “al posible lugar de la mujer allí donde se toman decisiones importantes, en los diversos ámbitos de la Iglesia” (EG, 104).