José Luis Pinilla
Migraciones. Fundación San Juan del Castillo. Grupos Loyola

Mujeres y esclavas


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Josefina Bakhita no ha venido a España entre las filas de esa prostitución con una mayoría indiscutible de mujeres extranjeras (80 – 90 por ciento), procedentes de países de fuera del Espacio Schengen. Las mujeres que ejercen la prostitución en nuestro país proceden mayoritariamente de cuatro zonas: Europa del Este (especialmente Rumanía), América Latina (República Dominicana, Paraguay, Venezuela y Brasil), África subsahariana (Nigeria) y Asia (China).



Pero no, entre ellas no ha venido Josefina Bakhita. Aunque dicen que se la ha visto desde hace al menos siete años en muchos lugares de España , en iglesias sobre todo. La última donde dicen han estado con ella, ha sido nada menos que en la iglesia de Los Jerónimos, en pleno centro de Madrid.

La verdad es que se “coló” en España de otra manera… Fue el 8 de febrero de 2015 cuando por voluntad del papa Francisco, tuvo lugar la primera Jornada Mundial de Oración y Reflexión contra la Trata de Personas. Y desde entonces por medio de jornadas, trabajos, textos, pinturas, exposiciones y rezos, experiencias y ofertas de formación, etc., su nombre se ha ido colando en muchos lugares y hogares de España para hacer el bien.

El lema de la Jornada escogido para este 2022, continúa asociado al de 2021: “Economía sin trata de personas”. Pero a los fríos números de la economía se pone foco esta vez en la fuerza del cuidado. Un cuidado donde la mujer adquiere un papel significativo como como es el rostro femenino de Dios. La ternura y el cuidado se convierten, y más por el empuje y sabiduría de las mujeres en medios provocadores y proféticos. El papa Francisco los recuerda en el mensaje de este año : “La fuerza del cuidado. Mujeres, economía, trata de personas”.

Cuánto me alegra que el Papa haya introducido la realidad de los cuidados a la hora de abordar esta cruda realidad. Porque desde tiempos ancestrales, el rol de los cuidados ha estado ligado a las mujeres mientras los hombres se dedicaban a trabajar – de otra manera- para mantener a la familia mientras ellas la sostenían con un trabajo tan importante o más dedicado al cuidado de los niños, de las personas mayores y dependientes y, por supuesto, con las tareas domésticas.

Esta situación no cambió apenas con la incorporación de la mujer al mundo laboral. Todavía hoy mucha gente se asombra si un hombre opta a un contrato parcial o una excedencia para cuidar a su familia. No sorprende tanto, sin embargo, que sea la mujer quien tome esta decisión.

No cerremos los ojos a los datos: En España, el 94,18% de las personas que trabajan a tiempo parcial son mujeres. Es decir, por cada hombre con un contrato de este tipo hay 16 mujeres. Y la OIT estimaba en 2019 que, si se mantenía el ritmo de los últimos años, la brecha de género en los cuidados tardaría más de dos siglos en cerrarse.

En la LIV Jornada Mundial de la Paz 2021, el papa nos animaba a cerrar la brecha de la desigualdad precisamente desde la óptica de los cuidados. Convertirnos “en profetas y testigos de la cultura del cuidado, para superar tantas desigualdades sociales. Y esto será posible sólo con un fuerte y amplio protagonismo de las mujeres, en la familia y en todos los ámbitos sociales, políticos e institucionales”.

Mirando en lo global para actuar en lo local

Actualmente, la trata de personas es un espejo fragmentado de un mercantilismo dominante y global. Y una de las peores violaciones a los derechos humanos. Es el nuevo nombre de la esclavitud del siglo XXI. Ningún país está exento, ya sea como origen, tránsito o destino. El combate a este crimen organizado, es el reto más apremiante de la civilización contemporánea.

¿Cuantas personas y estructuras se sirven de los desposeídos para aumentar su poder, al transformar a millones de seres humanos en mercancía?. En nombre del lucro se negocian personas. Es el principio de la acumulación ilimitada. Cuanto más se enriquecen los traficantes, más se empeñan en traficar, más cuentas quieren aumentar en Suiza, Bahamas, Londres o Wall Street.

La trata no es un fenómeno nuevo. Nos los recuerda el rico trabajo y el material del Departamento de Trata de la CEE para esta Jornada. No son nuevos los procesos de explotación y esclavitud que hacen visible esta actividad para mujeres (¡y clientes!) invisibles. Pero sí son nuevos los medios y las formas de estas actividades. Y, aunque nadie afirmaría que existe hoy día un derecho de propiedad esclavista sobre las personas, el control y la sujeción que se ejerce contra ellas son muy cercanos a es situación de esclavitud.

La trata de mujeres con fines de explotación sexual se ha convertido en una práctica donde se hace más claro que los sujetos son convertidos en mercancías, están deshumanizados al máximo y por lo tanto son política y cultura del descarte (en frase provocadora y reiterada denuncia del papa Francisco) porque se les desecha cuando su ciclo de explotación disminuye o termina. Cuando ya no genera las mismas ganancias para los explotadores.

Día de Santa Bakhita

No es extraña la tentación para su fácil explotación. Este drama humano va creciendo de manera vertiginosa hasta convertirse en uno de los mayores negocios clandestinos del mundo por beneficios producidos . En España el dinero que mueve la trata con fines de explotación sexual tiene unos ingresos relacionados con la prostitución que podrían alcanzar en torno a los 3.024 millones de euros anuales. España es el país europeo en el que más prostitución se consume y el tercer país a nivel mundial.

Hay que insistir en la sensibilización y formación en este aspecto. Son necesarias reformas legales pero necesariamente acompañadas de unas medidas educativas y de sensibilización. ¿Cómo esperar un cambio en el fenómeno de la trata de personas con fines de explotación sexual si “irse de putas” goza de alarmante normalidad en España?

Desde lo global a lo local. Insisto. Miremos a nuestro lado. A derecha e izquierda  Quizás podamos percibir a Joisefina Bakhita luchando codo con codo si damos la visibilidad necesaria a las víctimas de la trata según donde y como cada uno podamos. Porque aquí no hay un punto y final. Sino un ‘punto… y seguimos’ (como se titula exposición itinerante sobre el tema ahora en Los Jerónimos ).

Y quizás le oigamos decir a Josefina, o a algunas otras esclavas con las que nos cruzamos en los espacios modernos de las redes sociales o en nuestras calles, aquello que pronunciaba en su vida recordando la esclavitud en la que vivía “Cuando en grandes aforos me mostraban a la muchedumbre como la bella bestia, me hundía en la nada. Si hubieran podido ver en mí una santa habría sido distinto, pero yo, pobre miserable, que no sabía ni hablar, ¿qué podría hacer?”. La pregunta sigue resonando en muchos rincones. También en los del alma. La grita una sudanesa que se ha colado en nuestras vidas