Los desafíos de los jóvenes en la Iglesia


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“Jóvenes no se dejen vencer, no se dejen engañar, no pierdan la alegría, no pierdan la esperanza, no pierdan la sonrisa”

A lo largo de la historia a los jóvenes se les han ido presentando desafíos como: la comunicación, el lenguaje, y la inculturación. Hemos visto también que, con el pasar del tiempo, los jóvenes cada vez son más parte de un gran reto: la persecución, la ruptura y, por qué no, de grandes luchas internas, deformaciones, incomprensiones, abusos de poder y principalmente, aquello que se deriva de su humanidad.



Al pasar el tiempo las diferentes épocas, sociedades y culturas han ido permitiendo tener un acercamiento ya sea en muchas veces lejano como también indiferente, factor que al ser joven no es fácil, ya que estos detalles hacen que la Iglesia sea en ocasiones incomprensible, ya sea con formas o lenguajes que según algunos signos del tiempo pueden convertirse en muchas ocasiones algo de un gran desafío, la escasa participación de los Jóvenes dentro de la Iglesia se puede identificar como la falta de concreción en algunos temas, ausencia en la celebración, falta de dialogo.

Nos quejamos o hacemos el comentario de que vivimos en una Iglesia “falta de salida”, de bancas vacías, de crisis vocacionales, de falta de perseverancia y constancia por parte de los creyentes. Sin embargo, no nos preguntamos el porqué de estas situaciones señaladas y es que muchas veces decimos una cosa y terminamos haciendo otra. Pareciera que no somos conscientes de cómo vivimos nuestra vida cristiana; entonces surgen preguntas como ¿somos fieles al perdón y fidelidad con nuestro hermano, o somos nosotros los primeros que en ocasiones generamos un desinterés en los jóvenes que se acercan a buscar una respuesta de amor para sus vidas?, ¿qué ejemplo somos para nuestros jóvenes? ¿Promovemos la cercanía y nos comprometemos para ser un ejemplo y un impulso para los demás?

Debemos de poder realizar un alto en el camino y ver que estamos haciendo por nuestro jóvenes, de ser conscientes y ver si nuestra vida no es parte como de algunas características ya mencionadas anteriormente en desafío, deberíamos de hacer la propuesta de hacer un reinicio en nuestra vida y de velar que como ejemplo del Evangelio, la vivencia del amor no sea algo que pase de moda, que la fe no se viva en hechos llenos de espectáculos que muchas veces quedan en el olvido, sino en detalles, gestos o signos, que sean en lo sencillo muestras auténticas de un verdadero acompañamiento y encuentro personal de nosotros con Dios en la oración.

Retos en la actualidad

Entre algunos de los retos que se vive en la comunidad juvenil está, por qué no decirlo, la falta de empleo, el problema de las drogas, la falta de seguridad, la violencia, migración por mencionar algunas entre otras, factores que hacen que se distancien tanto de sus hogares, como de la sociedad.

Jóvenes cristianos, defensa y proclamación del Evangelio

La falta de conocimiento del Evangelio, en ocasiones se convierte como un cuento de hadas, ya que la religión no va teniendo sentido. Se vive como algo sin interés y sin importancia. En la actualidad se van presentando una serie de temas que se convierten en algo crucial en el pensamiento juvenil, ya que cada vez se van haciendo de estos, temas comunes, en el diario vivir, por ejemplo, el aborto, el matrimonio homosexual, la eutanasia, el sexo, la pobreza, son temas que van perdiendo la dimensión cristiana y se pone más énfasis en el sentido social que el religioso.

Tomo, por ejemplo, el estudio bíblico, ¿es algo importante para los jóvenes?, la falta de interés es algo cada día más común, nuestra vida como la de los jóvenes, se ve cada vez enredada en la incertidumbre de la vida y cosas superficiales. Pareciera que la revelación de un Dios que nos habla y nos enseña su amor va quedando guardada ya en los muebles.

El Concilio Vaticano II

Vemos como el último apartado de tan importante acontecimiento para la Iglesia a nivel mundial, dedica su último apartado a los Jóvenes diciendo: “Porque sois vosotros los que vais a recibir la antorcha de manos de vuestros mayores y a vivir en el mundo en el momento de las más gigantescas transformaciones de su historia”, dejando así en evidencia, su confianza en ellos y dándoles el protagonismo que merecían y necesitaban.

Los Padres sinodales, en su carta final del Sínodo a los jóvenes (2018), expresaban: “La Iglesia y el mundo necesitan vuestro entusiasmo. Haceos compañeros de camino de los más débiles, de los pobres, de los heridos por la vida. Sois el presente, sed el futuro más luminoso”.

Conferencias Episcopales latinoamericanas (CELAM)

En el transcurrir de la historia se han realizado conferencias que han tratado temas de suma importancia para la Iglesia y uno de ellos es dedicado a los Jóvenes, quienes son el futuro de la sociedad, entre algunos aportes de las reuniones esta, como, por ejemplo:

Se Percibe un problema de lejanía por parte de la Iglesia hacia los jóvenes ya que se siente que habla un lenguaje que les resultan extraños, se llega hacer la invitación a que ellos mismos venzan los obstáculos que amenazan su derecho de participación consciente y responsable en la construcción de un mundo mejor, que no tengan ausencia pecaminosa de la mesa de la vida, ni la triste entrega a los imperativos del placer, del indiferentismo o de la soledad voluntaria e improductiva.

Se llega ver la verdadera realidad del deterioro humano y social en que han entrado los Jóvenes, del empobrecimiento, manipulación social, falta de empleo, educación que no responde a exigencias, guerrilla, pandillas, prostitución, alcoholismo, abusos sexuales, adormecimiento por los medios, pragmatismo.

No podemos dejar que los Jóvenes tomen un papel de víctima en las realidades de la situación global, que no sean parte de la pobreza y la violencia, que solo les proporciona el arma ineficiente y auto destructora del individualismo, el narcisismo y la indiferencia. Que en base a sus potencialidades de ser nuevos sujetos creadores de una nueva cultura según encuentren el sentido en su búsqueda. Este desafió, que viene de la realidad juvenil así comprendida, conduce a interpelaciones hacia la iglesia que ha de escuchar a esta juventud y repensarse según esta realidad.

La Iglesia y los Jóvenes

Nos debe de preocupar el camino por el cual tracen su futuro, ya que tenemos el deber de apoyar su interés en la conformación de su futuro; esto, no solo en pequeñas propuestas sino también en acciones que los hagan sentirse identificados con la iglesia y sean conscientes que son parte de una sociedad.

El Papa Francisco en su Exhortación Apostólica tras el sínodo de los Jóvenes, menciona que los Jóvenes deben de ser nuestra prioridad, estamos en tiempos que exigen determinación y firmeza, pero ante todo una escucha y reconciliación. es de suma importancia que como sociedad y como Iglesia, generemos caminos que puedan ser de ayuda en el compromiso de ellos y su entorno, de alimentar su espiritualidad, crear un ambiente en que puedan ser parte de la paz del mundo, crear un adecuado espacio social y por qué no también político.

Hay una voluntad clara de parte de la Iglesia y un anhelo de un gran sector de la juventud, Frente al mundo juvenil surge una necesidad creciente de explorar sus sentidos y sus enfoques; de tal forma que desde su comprensión reconozcamos desafíos para nuestra pretensión de acompañarlos.

Para acompañarlos es necesario conocerlos, escucharlos, dejarlos ser líderes según el modelo que tienen, descubrir su vida y entrar en diálogo empático con ellos. Dejarnos interpelar, desafiar, por lo que los y las jóvenes dicen de sí mismos y del mundo que los rodea.

Los jóvenes piden con insistencia ser escuchados, no oídos: escuchados. Escucha que, a diferencia de oír, es hacerlo con empatía, atendiéndoles, entendiéndolos, tomando en cuenta sus percepciones, pedidos, puntos de vista; para poder empatar y construir juntos esos cambios que anhelamos resolver. Es importante que prestemos atención a lo que dicen. “Escuchar en profundidad, al estilo de Jesús, la voz de los jóvenes y otorgarles un mayor protagonismo en la Iglesia”. Escucharlos, sin juzgarlos, “al estilo de Jesús”.

Que en las decisiones que tomemos se sientan reconocidos, tomados en cuenta. Que los dejemos expresarse, no hablar por ellos.

Actualmente debemos de mejorar nuestras formas de Evangelización, ya no nos podemos quedar dentro de los templos, se debe de renovar la esperanza, anunciar a pesar del dolor, el anuncio de una vida nueva, un anuncio lleno de un verdadero compromiso por el bienestar humano, nos vemos rodeados de grandes dificultades, pero no podemos dejar de lado, de testimoniar como Cristo, el verdadero sentido y razón la Victoria de la Resurrección sobre la muerte, Resurrección que a pesar de estos tiempos oscuros y difíciles a nivel social, debe de darnos por lo menos una sincera espera en que todo saldrá bien y poco a poco iremos volviendo a la normalidad.

Se debe cambiar la mentalidad, se debe vivir y trabajar con realismo, con una esperanza puesta en la confianza en Dios, todos debemos de ir viviendo con fuerza este cambio de mentalidad y de vida, no se puede ser indiferente de dicha situación, no podemos vivir de un modo aislado o individual, sobre las dificultades y necesidades de los Jóvenes, Dios necesita de una cercanía viva, de una entrega real, de vivir a la luz del Evangelio, el servicio abnegado y dedicado por el bien del otro y en este caso en especial por los Jóvenes.

Se debe cambiar la mentalidad, se debe vivir y trabajar con realismo, con la esperanza y la confianza puesta en Dios. Todos debemos buscar un cambio de mentalidad y de vida y vivirlos con fuerza. No se puede ser indiferentes de dicha situación (¿Cuál situación dicha?). No podemos vivir de un modo aislado o individual, indiferentes a las dificultades y necesidades de los Jóvenes.

Necesitamos vivir una cercanía a Dios, que sea viva, que vivamos una entrega real, de vivir a la luz del Evangelio, el servicio abnegado y dedicado por el bien del otro y en este caso en especial por los Jóvenes.

            “Jóvenes amados por el Señor, ¡cuánto valen ustedes si han sido redimidos por la sangre preciosa de Cristo! Jóvenes queridos, ustedes «¡no tienen precio! ¡No son piezas de subasta! Por favor, no se dejen comprar, no se dejen seducir, no se dejen esclavizar por las colonizaciones ideológicas que nos meten ideas en la cabeza y al final nos volvemos esclavos, dependientes, fracasados en la vida. Ustedes no tienen precio: deben repetirlo siempre: no estoy en una subasta, no tengo precio. ¡Soy libre, soy libre! Enamórense de esta libertad, que es la que ofrece Jesús” CHRISTUS VIVIT, 122


Por Ronald Rivera Vargas. Exalumno Academia de Líderes Católicos de Costa Rica